Desde “para lucir hay que sufrir” hasta La sustancia. Si eres mujer y has visto esta película, sobran las explicaciones
La cosificación de la mujer, el miedo a envejecer, la sexualización de los cuerpos femeninos y cómo nos tratamos a nosotros mismos. ¿Qué da más pavor, las imágenes explícitas y la sangre o el paso del tiempo? Este largometraje presenta durante dos horas y veinte minutos todo lo que sufre una diva de la televisión una vez empieza a “desgastarse”. Los años que las mujeres parece que merecemos la pena es, en número, mucho menor que en el caso masculino.
Sobreexposición a químicos, dañarte y hacer cosas que no quieres para gustar a los demás. Podríamos decir que esta es la sinopsis de la película o el día a día de una mujer. Igual sientes que exagero, pero el uso de tantas cremas y el bombardeo de los conocidos como “get ready with me” llenos de potingues que no necesitas están alterando tu pH natural.
De la misma manera, podríamos hablar de los geles íntimos que, si no sufres ningún síntoma previo, están realmente desaconsejados e incluso te exponen a futuras infecciones cuando ya no los quieras usar. Las operaciones estéticas o el uso del láser. Desde que somos pequeñas nos enseñan que da igual si te duelen los pies mientras que puedas llevar esos tacones: lo importante es que te veas esbelta. Desde que una tiene uso de razón, recibe cantidad de tips para lucir siempre impecable, te enseñan cómo se supone que tiene que ser “la mujer perfecta“.
El tiempo pasa para todos
La película enseña de manera exagerada cómo se siente una mujer a la que “se le está pasando el arroz”. Trata la autolesión y la lucha interna, los pensamientos intrusivos relativos a la belleza. Enseña que el peor enemigo está en nuestra cabeza y cómo tenemos una visión completamente distorsionada de nosotros mismos. Nunca es suficiente. Ves a una actriz como Elisabeth Sparkle y piensas: “Si ella se siente así, ¿cómo debería encontrarme yo?”. Ninguna mujer está extensa de pasar por el filtro ajeno y de la crítica masculina.
Aun así, maltratar tu cuerpo con “remedios”, “dietas milagrosas” y demás no es más que, como diría mi abuela: “Pan para hoy, hambre para mañana”. Los estándares de belleza cambian mucho durante los años y exigirte llegar al sumun de la belleza hoy puede dejarte completamente fuera de mañana. Con este tipo de visionados, una se pregunta: ¿es mi gusto por el maquillaje real o solo he romantizado la forma en la que me he sometido al mismo patriarcado?
El miedo es una de las mejores estrategias de marketing del capitalismo y, aunque se pueda aplicar a todos los sectores, en este caso juegan con el miedo a la muerte, a no encajar y a que el tiempo pase, y se note.