Parténope de Frigia
Parténope (Parthenope en latín) es una joven de Frigia, en la Anatolia. Junto a sus hermanas, Leucosia y Ligea, se encontraba presente cuando Plutón raptó a Perséfone en la llanura de Enna. Por ello, Deméter las castigó por no impedirlo. Convirtió a las tres jóvenes en unas criaturas mitad mujer mitad pájaro. Unas criaturas a las que llamó sirenas.
Criaturas cuya voz cautiva a cualquiera que la escuche hasta hacerlo enloquecer. Quizá os suene que Odiseo se encuentra con estas tres hermanas. Por consejo de Circe, tapa los oídos con cera a su tripulación y se ata al mástil de su nave.
Representación del pasaje de las sirenas en la Odisea
Unos dicen que por la vergüenza por no haber podido seducir a Odiseo, otros que por el amor -frustrado por Zeus- que sentía por el centauro Vesubio… Parténope muere, quitándose la vida. Su cuerpo, arrastrado por el mar, llega a un islote de Megaride. En su sepulcro hubo un templo. En ese templo, un pueblo. Y ese pueblo acabó llamándose Nápoles.
Parthenope de Sorrentino: todo lo que es bello merece perecer
Parténope es bella, muy bella. De esto podríamos decir que va la película, a grandes rasgos. Pero la suya es una belleza que duele, una belleza nostálgica, como la de Nápoles. Pero, como dicen, todo lo que es bello merece perecer. Toda belleza nos recuerda que es fugaz por el mismo hecho de existir. Y Parténope no es solo una joven tan bella que pone patas arriba la vida de todo hombre a su alrededor. Parténope es la belleza del mar, es la belleza del Vesubio, la de una ciudad bañada por el mismo Neptuno. Una belleza amarga. Parténope, a fin de cuentas, es un monstruo, una criatura, una sirena. Por mucho que Sorrentino esté enamorado de ella.
La belleza de Parténope muere, sí, y ella es consciente en todo momento. Vemos su paso a la adultez y cómo esa belleza pasa de ser un arma a un recuerdo.
Foucault: cuerpo y poder
Como diría Foucault, el cuerpo es un texto donde se escribe la realidad social. Por eso la Parténope protagonista es para Sorrentino un personaje casi mitológico.
Una de las escenas más interesantes que entra a discutir esta idea del cuerpo como garante de un orden social es la escena donde Parténope conoce al hijo de su profesor de antropología que le apadrina en la carrera. El hijo es una criatura a lo Beau tiene miedo (Ari Aster, 2023). Y Parténope encuentra la belleza en él. La más pura de las bellezas.
No sé si Sorrentino pretendía ser profundo en su tesis sobre la belleza y sobre cómo esta moldea nuestro mundo. No sé si quería exponer a los napolitanos ante la gran tragedia que son como pueblo, nostálgico y siempre entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Quizá es la mirada viciada de un viejo verde italiano sobre la juventud y el uso que le damos. Pero me parecería una pena quedarme en eso.
Parténope es la historia de un pueblo. Es el deseo y la nostalgia. Es profana y sagrada, tragedia clásica y comedia humana. Es el Nápoles de Maradona y el de Lorenzo Insigne.