Chichi, pepe, conchita, parrús, culete… Podríamos hacer una lista interminable sobre los términos que se utilizan para nombrar a nuestros genitales, pero ¿qué sabemos sobre ellos?
En ocasiones, nuestro cuerpo es un lugar que nos incomoda y que nos causa rechazo, pero este pudor no es algo natural en las personas, sino que el tabú y el desconocimiento sobre él hacen que no nos demos permiso para conectar con aquellas partes prohibidas. Las mujeres tenemos una zona del cuerpo que sabemos que existe, pero de la que no conocemos nada y con la que nos da miedo y vergüenza conectar.
Según el II Estudio sobre la Regla de INTIMINA realizado a mujeres españolas, una de cada tres no sabe diferenciar la vulva de la vagina y el 45% no sabe dónde está el cérvix. Seguimos dudando de si se puede hacer pis con la copa menstrual puesta o si el tampón se puede perder en las profundidades de nuestro cuerpo.
Vivimos rodeadas de penes. En el colegio vemos penes dibujados en cuadernos y en la pizarra. Salimos a la calle y vemos más penes en las paredes. Es bastante habitual que haya hombres que nos enseñen sus genitales por la calle o por las redes sociales sin su consentimiento y un largo etcétera. Pero ¿cuántas vulvas has visto a lo largo de tu vida?
La vulva es el conjunto de los genitales externos que podemos ver con la ayuda de un espejo. Incluye los labios internos y externos, el clítoris, el monte de venus y el vestíbulo, el cual consta del meato uretral, la apertura de la vagina y los orificios de las glándulas de Skene y de Bartolino. Sí, has leído bien. En nuestra vulva podemos encontrar a dos señores. Alexander Skene (1837-1900) que, según la Wikipedia, “fue un ginecólogo escocés conocido por ser el primero en describir las glándulas de Skene” y Caspar Bartholin (1655-1738), anatomista danés.
Al investigar sobre los genitales femeninos, lo primero que sentí fue pena al darme cuenta de la poca información que tenía sobre ellos. Al ir aprendiendo, empecé a enamorarme de esa parte del cuerpo que tenemos completamente borrada. Como dice Marta Torrón, experta en fisiosexología y crecimiento sexual, comencé a redibujar el cuerpo borrado mirando, tocando, moviendo y pensando en mis genitales para tener mayor consciencia sobre ellos. Pero, además de redibujar nuestro cuerpo, es imprescindible empezar a renombrarlo.
Renombrar
Glándulas de Skene, glándulas de Bartolino y trompas de Falopio; tres hombres para tres partes del cuerpo de las personas con vulva. ¿No te resulta bastante violento y chocante que nuestra fuente de placer y vida tengan nombre de personas con pene?
Desde una perspectiva feminista, en la ginecología se pretende renombrar aquellas partes de nuestro cuerpo que son conocidas por nombres de hombres que, en su mayoría, investigaron con mujeres racializadas y pobres sin su consentimiento para llevar a cabo sus “descubrimientos”, como explica el artículo Los orígenes racistas y no éticos de la ginecología moderna de Annabel Sowemimo. En él también se denuncia la violencia que se sigue ejerciendo en la actualidad, destacando la violencia obstétrica y la falta de atención ginecológica de calidad a mujeres negras en Reino Unido y Estados Unidos.
Bajo esta realidad, la artista y performer chilena Klau Chiche creó el proyecto autogestionado Anarchagrand, en el que estudia la historia de la ginecología moderna y aboga por renombrar las partes de nuestro cuerpo que reciben nombres de hombre.
Imagino que no tienes ni idea de para qué sirven ni de dónde se encuentran estas partes con nombres de señores. Yo tampoco lo sabía hasta que busqué esta información, así que aquí va un breve resumen de su localización y sus funciones:
- Las glándulas de Skene, que nosotras llamaremos parauretrales, eyaculatorias o de Anarcha se encuentran a los lados de la uretra y desembocan en el exterior mediante dos orificios eyaculatorios situados a los lados del meato uretral. Estas glándulas son las responsables de la eyaculación, líquido blanquecino que se libera de estas glándulas antes o durante el orgasmo, que suele confundirse con la lubricación vaginal. En realidad, el famoso punto G, el bultito que notamos con los dedos al introducirlos con la palma hacia arriba en la vagina y al hacer el típico movimiento de “ven”, son las glándulas parauretrales llenas de líquido que, al producirse las contracciones del orgasmo, se expulsa. Atención, el squirt no es lo mismo que la eyaculación.
- Las glándulas de Bartolino, para nosotras vestibulares mayores, lubricantes o de Lucy y Betsey se encuentran a los lados del orificio vaginal y son las encargadas de segregar un líquido que llamamos lubricación sexual que aparece cuando estamos excitadas para lubricar los labios internos de la vulva.
- Las trompas de Falopio, mejor llamadas uterinas, nos resultan más familiares porque nos han hablado algo de ellas. Son dos conductos situados a los lados del cuerpo del útero que le comunican con los ovarios. En ellos, gracias a unas vellosidades internas llamadas cilios, se transporta el óvulo que desprende uno de los ovarios y también facilita que los espermatozoides lleguen a él.
Historia
Nombramos a Anarcha, Lucy y Betsey porque fueron mujeres esclavizadas en los campos de algodón en Alabama procedentes de África con las que experimentó James Marion Sims, considerado el padre de la ginecología moderna. Todo lo que sabemos de estas mujeres es gracias a los diarios de Sims, donde explica las prácticas que llevaba a cabo con ellas. Anarcha, Lucy y Betsey llegaron a manos de Sims en 1840 porque padecían fístula, una conexión entre dos o más estructuras como la vagina y ano o vagina y vejiga causada por partos prolongados, violaciones, mal uso de los fórceps o desnutrición.
Según explica Klau Chinche en Anarchagland, “la primera en ser operada fue Lucy, tenía 18 años. La cirugía duró una hora y Lucy sufrió dolores insoportables, posicionada sobre sus manos y rodillas. 12 doctores observaban la operación. Sims dice en sus memorias: «Pensé que iba a morir. Le tocó a Lucy tres meses para recuperarse en su totalidad de la operación»”. También explica que “la historia de Anarcha es la más documentada al ser el cuerpo más «resistente» en el tiempo (30 operaciones sin anestesia) a los experimentos en vigilia y encierro narcótico. Sims escribió que fue «el estoicismo de los negros» lo que le sirvió de anestesia”.
Con esta filosofía, Sims argumentaba que sus cirugías vaginales eran procedimientos menores, por lo que no requerían de anestesia, los cuales siguió realizando con mujeres pobres inmigrantes en el Hospital de Mujeres que fundó años después en Nueva York.
Cada vez hay más mujeres que quieren conocer su cuerpo y borrar de él su pasado colonial y patriarcal para reapropiarse de él. Yo creo que el mejor camino para ello es el autoconocimiento y renombrarlo para honrar la memoria de aquellas mujeres que fueron torturadas por carniceros que hoy seguimos llamando “descubridores” de nuestro cuerpo. No, ellos no descubrieron nada, esas partes ya nos pertenecían y nos proporcionaban placer desde mucho antes de su existencia, y ahora vamos a devolverles el papel que les pertenece; hacernos dueñas de nuestra sexualidad.
Muy profesional y didáctico