¿Qué imagen tenemos de los adolescentes y cómo influye en nuestras expectativas sobre ellos? ¿En tu etapa adolescente cumpliste con todos esos estereotipos?
La adolescencia es el proceso vital para llegar a la edad adulta, marcado por el contexto social y cultural. Esta dependencia con el entorno es muy importante, ya que en las culturas tradicionales no existía esa transición, tal y como apunta Margaret Mead. De hecho, el concepto de adolescencia no apareció hasta 1904, cuando el psicólogo Satanley Hall escribió sobre ella en su artículo Adolescencia.
La adolescencia suele estar asociada con la pubertad, es decir, los cambios corporales que se producen como consecuencia de una maduración sexual. Es importante que los niños sepan qué cambios van a experimentar en su cuerpo y tengan una educación sexual y menstrual rica para no empezar la pubertad con dudas e inseguridades, acabando así con la vergüenza y el estigma. Pero no solo es fundamental que conozcan su cuerpo, sino que también deben aprender a gestionar sus emociones, sobre todo en esta etapa de cambio en la que se desarrolla la personalidad.
En realidad, la adolescencia está más relacionada con el contexto social y psicológico. Este periodo no está bien definido porque depende del entorno y de la situación personal de cada uno. Creo que, cada vez, se empieza la etapa adolescente en edades más tempranas debido a un mayor acceso a las redes sociales y a la información. También puede deberse a que, en la actualidad, la sociedad nos exige decidir sobre nuestro futuro antes, y esto nos hacer tener que adelantar nuestros tiempos naturales. En la época de mis abuelos, la adolescencia acababa antes porque empezaban a trabajar a los 14 años, pero ahora cada vez se alarga más en el tiempo debido al aumento del periodo de estudio y la dificultad a la que se enfrentan los jóvenes a la hora de emanciparse. Dependiendo de los parámetros que establezcamos para marcar el final de la adolescencia, esta acabará antes o después. Si lo establecemos con la mayoría de edad, será un periodo más o menos estable, pero si decidimos marcarlo por el comienzo de responsabilidades e independencia, cada vez acabará más tarde en vista de la dinámica que sigue la sociedad.
Cuando oímos hablar de la adolescencia o pensamos en ella, lo solemos hacer desde una perspectiva negativa. Se plantea como una etapa de rebeldía, marcada por la falta de voluntad por aprender y acatar órdenes. Desde la perspectiva del adolescente, se siente incomprensión al ver que sus necesidades no son tenidas en cuenta. Es curioso que se tenga una imagen tan concreta de lo que es la adolescencia cuando, en realidad, la mayoría de las personas que piensan en la suya no la suelen ver desde ese punto de vista. De hecho, me parece bastante simple pensar en la adolescencia de una manera concreta cuando el propio concepto es completamente abstracto. En realidad, creo que el problema es tener ideas preconcebidas de las etapas, es decir asociar la adolescencia con la libertad y la rebeldía y la edad adulta con la seriedad y el orden. Como refleja el reportaje Retrato del eterno adolescente de Luz Sánchez-Mellado, hay muchos adultos que intentan alejarse de esta forma de ver la vida y prefieren vivir una eterna adolescencia, mientras hay adolescentes que reivindican su papel activo en la sociedad y buscan reconocimiento. Si no hubiera tantos prejuicios y etiquetas, cada uno desarrollaría más su potencial independientemente de su edad.
Solo nos fijamos en los adolescentes cuando dan problemas, pero no se les brindan las herramientas necesarias para poder enfrentarse a la vida de manera consciente y positiva. Es normal que en una etapa en la que tu cuerpo y tu forma de pensar empiezan a cambiar y a hacerse mil preguntas necesiten respuestas. Muchas de estas preguntas se verían resueltas si se les diera la información necesaria, pero para ello es necesario cambiar la visión que tenemos de ellos. En vez de verlos como sujetos inconscientes y alocados, es necesario confiar en sus capacidades. Un ejemplo muy claro es la forma de tratar el tema afectivo-sexual en las familias y las aulas. Hemos nacido con la idea de que a los jóvenes no hay que hablarles de sexo porque son demasiado inmaduros y eso solo haría que fueran precoces. Esto solo genera desinformación y hace que los jóvenes tengan al porno como referente, con lo que eso supone para ellos. Lo cierto es que, cuanta más información tengan, mayor será su libertad de elección y menor su presión por descubrir un mundo vetado para ellos.
Está claro que es imprescindible cambiar esta visión simple y destructiva que tenemos de la adolescencia y, aún más, el enfoque que se da en los centros educativos. No hay más que ver la tasa de abandono escolar —18’3% según datos de 2018 del Ministerio de Educación y Formación Profesional— para darnos cuenta de que algo no está funcionando. Tenemos que empezar a cambiar nuestro discurso sobre las personas en la etapa de la adolescencia para no perder su confianza, que sientan pertenencia al centro y ser capaces de satisfacer sus necesidades para aprovechar al máximo su potencial. Estoy completamente de acuerdo con las declaraciones del sociólogo Michel Fize y del antropólogo Carles Feixa en el vídeo tres14 Adolescentes de RTVE. Ambos hablan sobre la importancia de la adolescencia al ser la etapa de mayor inteligencia y creatividad.
En occidente se tiene una visión mucho más negativa en torno a la adolescencia que en otras culturas. Esto me hace pensar que en el sistema capitalista en el que vivimos no cabe la creatividad y la voluntad de pensamiento crítico que se desarrolla en esta etapa, por lo que el sistema educativo no se adapta a sus necesidades y se les impone métodos de aprendizaje mecánicos y excesivos en los que se premia la eficiencia y la competitividad en vez de la cooperación y el emprendimiento. Como expone el artículo Greta Thunberg, convertida en icono mundial: ¿demasiada presión con 16 años?, debemos confiar en el papel de los jóvenes porque hay muchos muy comprometidos y capaces de cambiar las cosas, siempre teniendo en cuenta que la presión mediática puede ser perjudicial para la gente más joven, pero ¿no lo es también para los adultos?