Apropiación cultural y racismo son dos términos acuciantes en la época actual, infestada de posmodernismo. A través de varios ejemplos y desmitificaciones, veremos cómo la división cultural por razas resulta absurda en nuestros días.
Una argumentación es una exposición de las razones, motivos o demostraciones que explican lo concluido. Esta discurre de manera igualitaria si quienes argumentan son dos obreros, ya que ninguno tiene poder real sobre el otro y el Estado lo tiene sobre ambos. Hacer que los argumentos que ofrecen las personas racializadas no sean cuestionados por el temor a ser catalogado como racista provoca que muchos argumentos igual de válidos de personas no racializadas queden fuera del tablero de discusión. Una problemática que puede parecer inofensiva en un principio puede devenir en conflictos de mayor gravedad; tal es el caso del cuerpo de bomberos de New Heaven (EE. UU.).
En 2003, se celebraron dos exámenes orales con la intención de ascender a dos bomberos locales a los cargos de teniente y capitán. El resultado fue que todas las personas que aprobaron dichos exámenes eran blancas, a excepción de dos latinos. Ante esto, 18 bomberos negros decidieron protestar y, a consecuencia de ello, el ayuntamiento anuló esta prueba neutral por motivos de supuesta discriminación racial. Los aspirantes blancos llevaron el caso ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, el cual les dio la razón argumentando lo siguiente: “Ninguna persona debería enfrentarse a discriminación en el trabajo a causa de su raza”.
Apropiación cultural
En nuestros días estas problemáticas raciales se extienden a la cultura. El término apropiación cultural, surgido de los movimientos antirracistas estadounidenses, se define como el uso de elementos culturales de una cultura ajena a la propia. Relativas a él, han surgido distintas polémicas, tales como la de Rosalía, acusada de apropiación cultural por ser catalana y haberse hecho conocida usando imaginario del folclore flamenco; Katy Perry, quien actuó en uno de sus conciertos vestida como una geisha; y Carolina Herrera, acusada de apropiación cultural por el gobierno mexicano por su línea Resort 2020.
Katy Perry caracterizada como gueisha durante uno de sus conciertos. KEVIN WINTER (GETTY IMAGES).
Un gran ejemplo de cómo el color de piel no afecta al talento que un músico pueda tener desarrollándose en un estilo musical es el del reggae. Surgido en Jamaica, este estilo está fuertemente ligado al movimiento skinhead. Al contrario de la creencia popular extendida, el movimiento skinhead, en sus orígenes, era profundamente antirracista. Sus raíces se extienden desde Jamaica con los ritmos del ska, hasta Inglaterra, con los ritmos del Oi y el punk. Esta subcultura urbana no entiende de razas, sino de música y clase, siendo estos unos estilos caracterizados por ser el grito de desesperación de los obreros. Desde Kingston hasta Londres, grandes figuras de la música como Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, coquetean con los ritmos jamaicanos, con el surgimiento de amistades musicales interraciales, como sería la de Richards con Peter Kosh o la de Joe Strummer con Don Letts.
Manifestación de skinheads anti-racistas y punks contra la homofobia (NOTA MUSICAL).
La cultura es del pueblo; la única división posible es la de clase, que es la que realmente ejerce un poder sobre los individuos y se empeña en crear diferencias entre la clase obrera, con el fin de que se enfrente en subgrupos dentro de la misma y no contra ellos. No nos dejemos engañar.