El nuevo orden relacional en el que la exclusividad sexual y emocional no es una prioridad
Los sistemas de creencias culturales están profundamente impresos en la literatura, las leyes y arquetipos tradicionales. El discurso está grabado a fuego en todas las canciones y películas. Hollywood nos cuenta que “amar significa no tener que pedir nunca perdón”, que “el amor romántico es el único amor verdadero” o que “amar a alguien significa que está bien controlar su comportamiento”; e idiotas que somos, nos lo creemos. Sin embargo, cuando empezamos a cuestionar todas las maneras en las que nos han dicho que debíamos ser, podemos empezar a editar y reescribir las grabaciones.
La idea de monogamia y del matrimonio tradicional procede de las culturas agrarias donde el matrimonio era una propuesta que funcionaba como una organización para cumplir el objetivo de mantenerse con vida. Casarse empezó a ser visto a partir del s. XIX como un vínculo fruto de una relación romántica en Occidente, y actualmente las personas se casan buscando comodidad, seguridad, sexo, intimidad y conexión emocional. Desde entonces, ese sentimiento legendario y apasionado que encarna el amor verdadero ha desarrollado una visión muy poco realista en la que tu pareja debe resolver automáticamente todos tus problemas, cubrir todas tus carencias, llenar tu vida de color y atracción… Un mito que incluye la creencia de que, si realmente estás enamorado, perderás automáticamente el interés por otras personas.
Quienes creen ciegamente en este espectro suelen tener la sensación de que su amor ha fracasado. La realidad es que los vínculos, necesidades y límites en una relación no deben seguir un canon, sino desarrollarse y crearse conforme las necesidades afectivas y relacionales de las personas. En este nuevo orden posmoderno donde lazos afectivos duraderos parecen haber desaparecido, puede que la solución, en vez de encontrarse en la simple infidelidad, se halle en el desarrollo de nuevos modelos relacionales fuera de la monogamia tradicional. Quizás ha llegado el momento de añadir a nuestro diccionario de vida el concepto de poliamor.
El término poliamor apareció por primera vez en 1990 en el artículo A Bouquet of Lovers de Morning Glory Zell publicado en la revista Green Egg. Se trata de una palabra formada con raíces latinas y griegas cuya traducción literal sería “amar a muchos“. Posteriormente, cuando el editor del Oxford English Dictionary contactó con el autor para incluir el vocablo en el diccionario, definió el término con estas palabras: “el poliamor es la práctica, el estado o la capacidad de tener más de una relación amorosa-sexual al mismo tiempo con el pleno conocimiento y consentimiento de todos las personas involucradas“. Desde entonces, poliamor se ha utilizado como una palabra comodín para cubrir todas las formas de sexo, amor y asuntos domésticos fuera de la monogamia habitual.
Toda relación se sustenta sobre unos pilares básicos, incluidos los encuentros de una noche. En el caso de las relaciones poliamorosas, se pueden instaurar tres fundamentos principales:
- El consenso entendido como la colaboración activa para el beneficio, bienestar y placer de las personas involucradas. Si se está coaccionando, abusando, chantajeando, manipulando, mintiendo o ignorando a alguien; la relación no es consensuada.
- La honestidad con uno mismo y con los demás. Hay que hacerse consciente de los sentimientos y las repercusiones de los propios actos y compartirlos con la/las parejas.
- Aceptar de lleno el compromiso de un estilo de vida poliamoroso. Mantener una relación con múltiples parejas consensuada mientras pretendes que existe un único amor verdadero es una autodestrucción asegurada.
Más allá del poliamor
Existen infinitas maneras “correctas” de ser sexual y de unirse a otros mediante vínculos más o menos cerrados. En este nuevo mundo de sexualidad y relaciones en constante evolución se acuñan nuevos términos para intentar definir el cambiante espectro de maneras en la que la gente decide ordenar sus vidas. Aunque no existe un diccionario como tal, el escritor y educador sexual Franklin Veaux elaboró para su blog un mapa con algunos de los más conocidos tipos de relaciones no monógamas que existen y se practican en la actualidad. A continuación, la posible definición de alguno de ellos:
Polifidelidad
Subgrupo del poliamor en el que más de dos personas (normalmente dos o más parejas) forman un grupo sexual y emocionalmente exclusivo.
Relaciones abiertas
Relación en la que las personas involucradas tiene algún grado de libertad para practicar relaciones sexuales o amar fuera de la relación. De esta forma, un matrimonio de un grupo de ocho personas puede ser abierto o cerrado.
Swinging/Intercambio de parejas
Intercambio de parejas dentro de una relación abierta. Pueden variar de las relaciones de dos a dos de parejas a largo plazo a orgías puntuales. La mayoría de las comunidades se limitan a la interacción sexual, pero puede incluir también las conexiones emocionales.
Polisoltería
Relación poliamorosa que evita replicar modelos de una relación convencional. Por ejemplo: vivir juntos, tener hijos…
Anarquía relacional
Filosofía que no prioriza las relaciones románticas sobre las no románticas (por ejemplo: relación con tu pareja vs. amistad) y, a su vez, no prioriza unas relaciones románticas por encima de otras.
Poliamor con unicornios
Una pareja que busca una tercera persona que quiera tener una relación con ambos. A esta tercera persona se le denomina “unicornio” por lo complicado que es encontrarla. Este tipo de relaciones se ven con escepticismo por reproducir estereotipos heteropatriarcales.
Con todo, si hay algo que nos enseña el poliamor y sus teóricos, es que lo más importante no es encontrar un definición en la que encajar, sino una vida y unas relaciones en las que sentirte pleno sin importar lo que digan los demás.
Un pensamiento en “El poliamor y otras formas no monógamas de entender las relaciones”