Parece bastante evidente que cuando hablamos de trabajos creativos y en los que la diferenciación con otros es clave, buscamos crear una identidad personal y huir de lo convencional, aunque puede resultar difícil ya que, como se dice, “ya está todo inventado”.

Con el volumen de información que tenemos hoy en día a nuestra disposición es prácticamente imposible que no nos inspiremos en el trabajo de otras personas con ideas similares a las nuestras. Ahí es cuando entra en guerra la cuestión del plagio, si es solo inspiración o estás simplemente copiando.

No es tarea fácil sorprender al público actual que piensa que ya lo ha visto todo, incluso lo imposible ya se tiene previsión de lograrse en un futuro próximo y ya puede imaginárselo a través de libros y películas. Aquí colisiona la decisión entre adaptar nuestro trabajo a las expectativas de lo que el público quiere ver o dejarse llevar por lo que realmente nace de tu imaginación, lo que de verdad quieres contar y no enmascararlo por el “qué dirán”. Esto último es mucho más difícil, ya que la innovación puede verse en un primer instante como grotesco, raro o incomprensible. Parece que necesita la aceptación pública para ser válido, pero ¿qué criterio siguen para determinarlo?

Historia 

Al fin y al cabo, lo que transmitimos al exterior mediante palabras, actos o arte es parte de lo que sentimos y somos, por lo que es inútil tratar de reprimirlo, pues de lo contrario nunca estaremos realmente satisfechos con el resultado. La introspección es necesaria para saber lo que realmente queremos incluir en nuestro trabajo. Cuando la historia que hay detrás de él es personal, será mucho más fácil conectar con ella desde el principio y esto será palpable. Sin embargo, no es una cuestión fundamental, ya que nuestro deseo también puede ser contar una experiencia ajena, un relato que también nos ha hecho sentir como si fuera parte de una vivencia propia.

Al final de un viaje tan personal como es la creación de un cuadro, una película o una canción, hay un fin de admiración que se reduce en un mar de sensaciones que perdurarán en el espectador una vez finalizado su “uso”. Las obras que hoy en día consideramos arte han sido valoradas y determinadas como tal, pero si muchos de sus autores se hubieran dejado llevar por la crítica no hubieran continuado su trabajo.

Para ampliar: Sin pena ni gloria

Identidad personal 

Estamos constantemente buscando plasmar esa identidad personal que nos diferencie y lo cierto es que siempre está presente. Somos personas individuales y por ello nuestra perspectiva y visión de lo que nos rodea puede ser parecida, pero nunca igual al de otra persona. Ahí es cuando debemos explotar al máximo nuestro potencial. Y sí, aprender del trabajo de artistas anteriores es imprescindible para desarrollar el nuestro. Aparentemente está ya todo inventado, por lo que ahora se necesita una evolución a partir de las necesidades y preguntas actuales que se hace el ser humano y, para ello, hay que conocer la base.

No es siempre necesario que todo gire en torno a una historia. La estética también cobra un papel importante, pero sí es indispensable que despierte un sentimiento y un interés, tanto en el receptor como el emisor. Una interpretación y construcción de una historia paralela del espectador ya supone una llamada de atención por parte de este. Porque, aunque hagas lo mismo que el resto, transfórmalo en algo tuyo; inspírate, practica, equivócate y cree en tu trabajo. A veces esa huella personal esta más cerca de lo que pensamos, dejando fluir el inconsciente que nos guía a través de lo que de verdad queremos mostrar.

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