La canción de autor es intensa por naturaleza y su emotividad se ve aumentada o disminuida según la complejidad de sus letras o de su técnica. Andrés Lewin fue un ejemplo de cantautor sencillo capaz de arañar el alma.
Andrés Demian Lewin Pérez, alias Andrés Lewin (1978-2016), fue un cantautor argentino que vivió en España, donde se graduó en Psicología y estudió Realización Cinematográfica. Durante su carrera musical lanzó cuatro discos: Objetos perdidos (2002; maqueta), Agencia de viajes (2003), Animales y aeropuertos (2008) y La tristeza de la Vía Láctea (2016; póstumo). Falleció el 5 de enero del año 2016, un par de meses antes del lanzamiento de su último disco. Conchita, Alejandro Martínez, Marino Sáinz, Marwán y Luis Ramiro, entre otros compañeros y amigos de profesión, dieron un concierto en su honor ese mismo año.
Su estilo
Algo muy destacable de la música de Lewin eran sus letras y melodías sencillas y sin artificios, sin dejar de ser intensas y sensibles. En sus canciones hablaba de amor, desamor, deseo, animales, tristeza, depresión y, como tal, de sí mismo desde una perspectiva abiertamente homosexual. No era un cantautor convencional. Mezclaba su sensibilidad en las letras con sonidos de música indie, variaciones de sus propias melodías y una producción (sobre todo en su último disco) que asemejan sus canciones a una banda sonora de película, gracias al trabajo increíble del productor Pablo Cebrián. Y en cuanto a su voz, destacaba por ser nasal y estar desnuda de cualquier pretensión.
Sus canciones
Es necesario resaltar ciertas canciones de su discografía (mención especial a su último álbum) para entender su música, empaparse de ella y disfrutarla dejándose transportar donde sea que quiera llevarnos. Para ello separaré las canciones en cuatro grupos. Pero si queréis leer un análisis un poco más extenso y detallado de la obra al completo de este cantautor os recomiendo leer este post de mi blog La Caverna 8 y Medio en el que hablo en profundidad de la música de Lewin.
Canciones tristes
Vuelve. Una carta de ruego y dolorosa súplica. En esta canción el emisor se reconoce a sí mismo como una persona débil (“¿Quién va a llorar si me voy yo?”) y le pide al receptor que vuelva, con pasado incluido.
Rehén por rehén. Aquí Lewin hace un alegato a favor del trueque emocional de uno consigo mismo; cambiar, que nunca es tarde. Intercambiar la ansiedad, el sufrimiento y los prejuicios por salud mental y emocional. Y ya que está, de paso, va incluyendo frases muy crudas para enmarcar, como esta: “Que en todo amor uno besa y otro es besado”, una autoflagelación que recuerda a la poesía de Cernuda o Gil de Biedma.
Tu perro. Con un ritmo pegadizo y alegre, Andrés manifiesta una pérdida de identidad y se comprende a sí mismo como un perro de su amado con versos como “Yo nací para que puedas ahuyentar la soledad” o “Daré un ladrido de amor y a ti te entrará la pena”. Siempre a disposición del amado por mucho que duela, para que lo use, recordando de nuevo a Cernuda.
Canciones alegres
Vuela. Un precioso himno LGTB que alienta a romper armarios, muros y barreras, y a alzar el vuelo sin disculparse por amar. Le da un tono esperanzador y bonito que engancha, ablanda el corazón y da fuerza a todos con un verso hermoso: “Que en algún lugar mi Lorca sigue vivo y te grita: ¡Sé valiente!”
Puter. Canción contenta y risueña en la que habla de un perro llamado Puter. Habla del animal, pero de alguna manera también habla de sí mismo. Transmite mucha energía gracias al ritmo que tiene y la voz tan amable con la que canta Andrés Lewin. “Puter es un perro carismático. Tiene mucho mundo y me ladra en francés”.
Bola de pop. También titulada Emotravel en su último disco, es la canción de ánimo a uno mismo que hace falta escuchar cuando se está mal. En esta se defiende ser una persona triste e intensa siempre que te diviertas y estés orgulloso de ti mismo. “Óigame, doctor. Si me hace usted el favor, me envuelve el corazón para regalo”.
Canciones con guion
Buen camino. Es una historia de aventuras que se desencadena al querer huir del dolor. Un viaje con parada final en el fin del mundo buscando la lejanía y la paz, el alivio de luto: “Deseo que tengas un buen camino y que no me duelas más”. Y, además, cuenta con un tramo final de canción muy peliculero e indie.
Fiesta salvaje. La canción más divertida e irreverente del cantautor. En esta sitúa al oyente en una anécdota donde él recibe en su casa a muchos animales y acaban montando una fiesta. De hecho, te envuelve con su propia voz, ya que la modula de maneras estrambóticas a medida que cuenta la historia, la cual acaba con este alegato: “No pienso organizar más fiestas salvajes. No me importa tener fama de aburrido. Odio los malos modales de los animales”.
Sin billete de vuelta. Una comedia romántica musical excelente. De las canciones más bonitas de su discografía, cuenta la historia de cómo él tiene que coger un avión y dejar atrás a su amado de muchos años. Es realista sin dejar de hacer uso de la fantasía y la imaginación. Hermosísima. Merece la pena cada segundo de la canción. “No cabe tanto amor en estas maletas. Cierra los ojos, son demasiados años”.
Bandas sonoras (prácticamente todo el último disco)
After The War. Una canción de amor en contexto de guerra: “Me ha acribillado el amor en Tel Aviv”. Con una guitarra melancólica constante y tambores de procesión, la producción de Pablo Cebrián nos lleva al campo de batalla (de la guerra y del amor) junto a la bonita letra de Lewin diciendo: “I will come back after de war”.
Una vuelta de Halley. Probablemente la canción más triste de su discografía junto a la siguiente y a Manifestación contra mi depresión. Narra la historia de su vida, de cómo se perdió el cometa Halley cuando tenía ocho años en Buenos Aires; este fue su primer contacto con la tristeza, de la cual no se volvería a separar. En esta canción afirma que quiere que su vida sea una “vuelta de Halley”, ya que al habérselo perdido de niño quiere verlo de anciano para poder morir en paz: “Si esa noche duermes a mi lado, despiértame. Dejaré cerrado el equipaje. Te daré dos besos y me iré”. De nuevo, la letra crea una atmósfera increíble junto a la producción de Cebrián. Ambos consiguen que se pueda escuchar (en los últimos minutos de la instrumental) cómo Andrés casi toca con sus dedos el cometa.
Este fin. Para poner fin al necesariamente triste último disco, la canción más dolorosa y emocionante de Lewin. La compuso para su madre antes de que ella falleciera y, de alguna manera, es como si hablara de sí mismo y de cómo se le despidió y se le recuerda casi cada año en un concierto homenaje en Libertad 8. Es una especie de despedida (no un adiós, más bien un hasta luego) en la que propone un brindis y una canción alegre por quien se va, y cantarla fuerte para que allá donde esté la oiga bien. Este inmenso y lacrimógeno tema termina con mucho brillo sonoro y unos pasos alejándose, para que quede bien claro que “este fin no es el fin, es continuará”.
El poso que deja su música
Andrés Lewin dejó tras su paso por el mundo una carrera musical que resulta muy especial aunque sea corta, pues guarda en su interior tesoros y sorpresas para todo amante de la música y, sobre todo, para los cantautores de generaciones venideras. Deja como herencia la lección de que la sencillez narrativa y técnica no está peleada con la profundidad y la poética del género cantautor. Músicos del panorama actual como los anteriormente mencionados Luis Ramiro, Conchita, Alejandro Martínez y Marino Sáinz continúan tocando sus canciones, recordando al cantautor y, por supuesto, dando a conocer su inapagable y despreocupada voz junto a sus inmarcesibles letras. Logrando así que el arte de Lewin dure hasta mucho después de la próxima vuelta de Halley.
Para ampliar: Los mejores álbumes de 2020