Después de abordar el mundo de las versiones musicales, es momento de hablar de aquellas composiciones que tienen su origen en otros temas anteriores
Para ampliar: La fiebre de las versiones o cuando tu canción no es (solo) tuya
Imagina, por un momento, que quieres embarcarte en un proyecto musical, lanzar tu propia canción o incluso un EP con esas letras que has ido recopilando en una libreta o el bloc de notas del móvil. El problema llega cuando te das cuenta de que deseas hacerlo como solista, pero no sabes tocar ningún instrumento. Sin embargo, dominas algunos programas de edición de audio y has creado remezclas brutales de algunas canciones conocidas. ¿Qué haces? Decides tomar el camino fácil: coger uno de esos samples y, a través de ellos, dar forma a tus propios temas.
Por supuesto, como ya vimos con el ejemplo de la canción Somebody That I Used To Know de Gotye (2012), lo primero es tener permiso para hacerlo. De lo contrario, el compositor de la canción sampleada podrá reclamar sus derechos de autor y —en el mejor de los casos— figurar como autor de tu obra. Eso o, directamente, pedir una compensación económica que quizá te resulte inasumible. Pero el objetivo de este artículo no es infundar miedo, sino hablar de otros ejemplos de samples que eligen canciones conocidas por todos. Porque esta técnica ha sido utilizada por innumerables artistas durante la historia de la música, algunos de ellos, incluso, reconocidos mundialmente.
Clásicos con nuevas sensaciones
Madonna o Rihanna son solo dos ejemplos de artistas de talla internacional que se sumaron a esta moda en los 2000. A partir del Gimme, Gimme, Gimme (A Man After Midnight) de ABBA (1980), la conocida como reina del pop revolucionó las pistas de baile en 2005 convirtiendo sus sintetizadores ochenteros en un pelotazo disco titulado Hung Up. Y de una veterana como Madonna, a otra superestrella que llegó a serlo gracias a un sample del otro rey del pop: Michael Jackson es el encargado de cerrar el mítico Don’t Stop The Music de Rihanna (2007) con los vocales de su tema Wanna Be Startin’ Somethin’ (1983), perteneciente al álbum más vendido de la historia (Thriller). También se fijó en Michael el productor británico Sigala, que irrumpió en 2015 con Easy Love, basado en ABC de The Jackson 5 (1970).
Los samples de hoy en día
En la actualidad, el fenómeno del sampleo —palabra cuyo equivalente castellano, por cierto, es “muestreo”, aunque su uso está tan extendido como el de “emparedado” para referirnos al sándwich— consiste en aprovechar melodías conocidas por todos y convertirlas en canciones totalmente nuevas que, gracias a que recuerdan esos viejos temazos, tienen el éxito prácticamente asegurado. Suele ser común en los nuevos temas lanzados por productores de música electrónica, pero también en cantautores, como la sueca Nea. A partir de uno de los himnos de pista de baile a finales de los 90 —Blue de Eiffel 65 (1998)—, surgió un tema acústico titulado Some Say (2019):
Dado que los ejemplos serían incontables, hemos preparado una playlist con varios ejemplos de sample y canción sampleada. Entre las artistas que están detrás de estas nuevas versiones podemos nombrar a Ava Max, Rita Ora o Leony, y productores de la talla de Dynoro o Riton que, precisamente, han adquirido fama internacional gracias a estas creaciones. Sin mirar los nombres de las canciones, no hay duda de que el lector reconocerá prácticamente todas desde los primeros compases.
Para ampliar: Recomendación #48: música pop
Rizando el rizo: un sample de otro sample
Y ahora es momento de complicarlo aún más y tratar un caso muy especial. Hemos visto que los samples suelen consistir en coger la melodía de otra canción, pero también se puede hacer lo propio con la letra. Es lo que hizo el madrileño (sic) C. Tangana en Nunca Estoy (2020), con sendos guiños —convenientemente acreditados— a Rosario y Alejandro Sanz. Pero ¿y si un tema samplea la melodía de otro y, a su vez, de ese primer tema se extrae una parte de su letra para concebir una tercera composición? Esto que puede parecer una locura es el origen de una de las canciones más bailadas en España —y parte del extranjero— en el año 2002.
Chic, grupo encabezado por el prestigioso productor Nile Rodgers, lanzó en 1979 la canción Good Times, un tema a medio camino entre el R&B y la música disco. Lo que sus miembros probablemente no pensarían es que, tan solo unos meses después, esa canción sería clave para la popularización del hip hop. Su melodía sirvió de base para el Rapper’s Delight de The Sugarhill Gang (1979), considerado el primer tema hip hop con buena acogida entre el público. Una canción que, por cierto, vuelve a estar de moda gracias a un anuncio televisivo.
Para ampliar: Bandas sonoras de pequeña pantalla
Y aquí viene el redoble de tambores. De hecho, me gustaría pedir que miraseis a la vuelta de la esquina, porque va a aparecer Diego rumbeando. ¿A que ya sabéis de qué canción se trata? Sin duda, es una de las composiciones españolas más célebres de toda la música en el mundo entero. Desde Córdoba llegaron Las Ketchup, cuatro hermanas que probaron suerte con Aserejé (2002) y consiguieron el número uno no solo en España, sino también en muchos otros países, incluyendo Reino Unido.
Con un estribillo icónico, que no pocas veces se ha intentado descifrar, lo que muy pocos sabrán es que tiene su origen en la primera estrofa de ese Rapper’s Delight; eso sí, convirtiendo las palabras inglesas en una especie de tarareo que protagonizaría quien no entendiese el idioma e intentara cantarlo igual. “Aserejé – ja – de je”, en realidad, es “I said a hip – hop – the hippie“, mientras que “buididipí” significa “boogie the beat“. El resto del estribillo intenta adivinarlo tú mismo.