Newton, Gauss, Pitágoras, Euclides… A pesar de que la historia de las matemáticas es una asignatura pendiente, la lista de matemáticos que conocemos es numerosa. Pero, a la hora de pensar en el trabajo de mujeres matemáticas, ¿serías capaz de nombrar alguna? Yo, hasta hace poco, no habría podido.
La falta de representación de mujeres en todos los ámbitos está todavía más presente en las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Por este motivo, las Naciones Unidas proclamaron el 11 de febrero como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia en 2015. Además, la UNESCO publicó hace dos años el informe Descifrar el código: la educación de las niñas y mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas que “proporciona un panorama mundial de esta falta de representación, los factores que hay detrás y los ejemplos de cómo mejorar el interés, el compromiso y el rendimiento de las niñas en estos campos”.
Este informe destaca que los factores biológicos no explican que las mujeres representen “solo el 35% de los estudiantes matriculados en los estudios de las áreas relacionadas con STEM” y que “solo el 28% de todos los investigadores en el mundo” sean mujeres. Esto hace que se tenga que poner el foco en otros ámbitos y factores como el entorno familiar, los sistemas educativos, los medios de comunicación y el estado de la sociedad, ya que “tiene un efecto sobre las expectativas y la situación de las mujeres”.
Según la UNESCO, “las reacciones psicológicas ante la competencia o los exámenes, tales como la ansiedad causada por las matemáticas (que es más común entre las niñas) y los sesgos de los mismos profesores, pueden comprometer el rendimiento femenino”. Sin embargo, las profesoras STEM y el trato igualitario tienen una influencia positiva en el rendimiento de las niñas y en su interés para acceder a estudios superiores y carreras STEM.
El informe también señala que “la falta de representación que afecta a las niñas en STEM está profundamente enraizada y frena su progreso hacia el desarrollo sostenible”. Para que la lista de referentes comience a crecer, Discordia presenta la vida y obra de tres matemáticas que todo el mundo debería conocer y admirar.
Hipatia de Alejandría
Hipatia nació entre el año 350 y el 370 d. C. en Alejandría, Egipto. Su padre fue Teón, un prestigioso matemático y director de la famosa biblioteca de Alejandría. Hipatia era astrónoma, filósofa y es la primera matemática de la que se tiene constancia. Por desgracia, no se conservan sus obras y todo lo que sabemos de ella es por los escritos de sus alumnos.
También fue una gran inventora. Construyó el hidrómetro (un instrumento para determinar la densidad y el peso de los líquidos) y mejoró el astrolabio (un artilugio mecánico que reproduce el movimiento de los cuerpos celestes). En el ámbito de las matemáticas, comentó numerosas obras como la Arithmética de Diofanto, Almagesto de Ptolomeo y los Elementos de Euclides.
Hipatia vivió en un periodo de grandes tensiones religiosas entre cristianos, judíos y paganos. En el año 391 d. C., la biblioteca de Alejandría fue destruida cuando el Imperio Romano prescribió el paganismo. Por supuesto, Hipatia era una enemiga para las ideas del cristianismo al ser considerada una infiel pagana, una bruja. Por este motivo, fue brutalmente asesinada en el año 415.
Cabe destacar que Hipatia es la única mujer representada en la obra La escuela de Atenas dedicada a los mayores pensadores griegos. Además, la película Ágora (Alejandro Amenábar, 2009) narra la vida de Hipatia con ciertas licencias narrativas sobre su vida.
Sophie Germain
Germain nació en París el año 1776. Su interés por las matemáticas comenzó en 1789 al descubrir el relato de la muerte de Arquímedes, que fue asesinado por ignorar a un soldado romano mientras estudiaba un problema geométrico. Este amor por las matemáticas provocó el rechazo de sus padres, que intentaron impedir que Germain siguiera estudiando.
En 1794, se inauguró la École polytechnique donde se podía estudiar matemáticas, física y química. A pesar de que la escuela no admitía mujeres (esto no cambió hasta 1972), Germain se hizo pasar por un hombre con el seudónimo Le Blanc. Ante la excelencia de Germain, el director de la École y famoso matemático Lagrange se convirtió en su mentor.
Al conocer la obra Disquisitiones arithmeticae de Gauss, el príncipe de las matemáticas, Germain le mandó una carta bajo seudónimo explicándole sus descubrimientos en relación al llamado Último Teorema de Fermat, el famoso teorema que planteó Fermat pero que no demostró “porque el margen del libro donde lo anotó era demasiado pequeño”. Sophie Germain contribuyó de manera revolucionaria a la demostración de este teorema introduciendo los primos de Germain (n es un primo de Germain si n es primo y 2n+1 también lo es).
Germain también es conocida por su gran contribución en la física sobre la vibración en las superficies elásticas. Gracias a este trabajo, le concedieron una medalla del Instituto de Francia que no recogió al descubrir que Poisson, uno de los miembros del jurado, había usado sus resultados sin citarla. Además, gracias a su trabajo sobre elasticidad en materiales como el acero, se pudo construir la Torre Eiffel. Aun así, su nombre no aparece escrito en el monumento, a diferencia del resto de matemáticos hombres.
Emmy Noether
Noether nació en 1882 en Erlangen (Alemania) y se la considera una de las personas más importantes en el campo de las matemáticas. Cuando decidió estudiar matemáticas, solo se le permitió acudir de oyente en la Universidad de Erlangen, donde los profesores podían negarse a impartir clase si había una mujer. Al final, Emmy pudo hacer allí un doctorado en matemáticas, convirtiéndose en la segunda mujer en obtener un doctorado en Alemania después de Sofia Kovalevskaya, una mujer rusa de descendencia gitana que hizo grandes contribuciones en el campo de las ecuaciones diferenciales.
En 1915, Noether entró a formar parte del equipo de Hilbert, quien estaba trabajando en la relación entre la geometría y la física para dar consistencia matemática a la teoría de la relatividad de Einstein. Fue allí donde Emmy enunció y demostró el famoso teorema de Noether que solucionó el problema de la conservación local de la energía en la relatividad general y dio una explicación de por qué se conservan la energía o cualquier otra propiedad física.
A pesar de ser una pieza clave en el desarrollo de la física teórica, el campo de actividad de Noether era el álgebra, destacando su estudio en los anillos y las cadenas de ideales. De hecho, se dice que creó el campo del álgebra abstracta. En 1932, Noether fue la primer mujer en la historia que dio una conferencia en el Congreso Internacional de Matemáticas (donde se conceden las Medallas Fields, los premios matemáticos más conocidos).
Noether era judía y alemana, así que en 1933 perdió su trabajo en la universidad y tuvo que escapar a Estados Unidos. Por desgracia, a los pocos meses enfermó y murió con 53 años. En su época, tuvo la admiración de Einstein y de la comunidad matemática. Por desgracia, Noether trabajó en muchas ocasiones gratis o cobrando un sueldo muy inferior al de sus compañeros por el simple hecho de ser mujer.
Estas tres mujeres son solo una pequeña parte de todo el grupo de matemáticas que han contribuido al avance de esta rama de la ciencia: los libros Mujeres matemáticas (Joaquín Navarro, 2019) y Mujeres de ciencia (Rachel Ignotofsky, 2017) son perfectos para seguir adentrándose en este fantástico mundo. Hipatia, Germain y Noether marcaron el camino, ahora es nuestra responsabilidad recordar, reconocer y continuar su trabajo. Debemos seguir luchando para que las futuras niñas tengan referentes en los que verse reflejadas y consigan invertir toda su energía en potenciar su talento.