La enésima dramedia médica que llega a las pantallas este 14 de marzo con Movistar Plus+ no reinventa nada, pero tampoco le hace falta

Esto te va a doler, la serie que adapta la novela homónima y autobiográfica de Adam Kay, llega de la mano de la británica BBC, una firma de renombre que suele ser sinónimo de calidad como ya ha demostrado entre una infinidad de series como Sherlock, Peaky Blinders o Doctor Who.

En esta ocasión nos traslada a un hospital, un escenario ya mil veces visto en innumerables series de televisión, en concreto al área de ginecología, de la mano de una de esas caras conocidas para el gran público que, sin embargo, siempre está a las puertas del estrellato: Ben Whishaw. Un actor que sigue la sobria tradición interpretativa británica que cuenta ya en su haber con un Emmy a mejor actor de reparto por Un escándalo muy inglés (2018). Aquí da vida a un residente en funciones de un hospital encargado de la ginecología al que sus compañeros no respetan demasiado y que su vida profesional está afectando a su vida personal, y viceversa.

Ben Whishaw en 'Esto te va a doler'.
Ben Whishaw en Esto te va a doler.

El complicado oficio de ser doctor

En Discordia hemos tenido acceso por cortesía de Movistar Plus+ a los dos primeros episodios que se estrenarán el lunes 14 de marzo y que marcan las pautas del que será el devenir de la serie. Una producción que no oculta que sus objetivos no van a ser pretenciosos. Estamos ante una serie médica pura y dura con un cierto toque de humor negro no demasiado ofensivo, todo girando en torno a un doctor perseguido por sus propios demonios, un tanto socarrón y deslenguado al que su trabajo le consume y a cuyos pacientes no respeta demasiado.

Le da vida un Whishaw excelente interpretando una suerte de doctor House en lo que quizá sea el punto más reseñable de la serie. Perdido entre la fatiga de excesivas horas de trabajo en una especialidad estresante y de una enorme responsabilidad donde la serie aprovecha para desarrollar un comentario social, intenta que sus labores no afecten a su día a día ni a sus relaciones sociales o de pareja. Aun así, esto se tornará imposible cuando tome una mala decisión con respecto al parto de una chica a la que no atendió adecuadamente, un fallo por el que la serie claramente culpa a la calidad de vida de un médico cuya exigencia personal, social e hipocrática le exprime hasta la saciedad.

En los dos primeros episodios no se desarrolla equitativamente la dualidad en la vida del personaje principal, sino que, sobre todo, se centra en la vida hospitalaria, donde se suceden diferentes pacientes que le darán a este personaje los toques necesarios de drama o comedia dependiendo de lo que exija la serie en el momento de una manera bastante discurrida, pues siempre consigue acertar con el estado emotivo que se necesita en cada instante. Especial mención debería tener el segundo episodio, donde se da una de las más originales y surrealistas pedidas de mano que han tenido lugar en el audiovisual.

La dificultad de innovar en un género manido

Por tanto, no estamos ante algo mínimamente novedoso y, de hecho, sería todo lo contrario, pero su sello británico (referencias a Doctor Who incluidas), con todo lo que eso conlleva, y en concreto la marca de la casa de la BBC, hace que nos encontremos ante una serie con corazón. Cuenta con unos personajes principales y secundarios que, en solo dos capítulos, acaban importándote y cuyos traumas llegan al espectador y les hace empatizar mayormente por unas actuaciones sobresalientes y una dirección que deja de lado la importancia de destacar, cediendo toda la importancia a lo que pasa delante de las cámaras.

Todo esto rodado la mayor parte del tiempo cámara en mano para dar un movimiento a la imagen que recree el agotamiento de todo el personal sanitario que aparece en pantalla, pero sin asfixiar a los personajes, dejando que todo se suceda ante ella de la forma más fluida y verídica posible.

En definitiva, no es una serie que vayamos a recordar en su décimo aniversario y, ni mucho menos, que te marque la vida, a no ser que seas sanitario y te veas enormemente reflejado. Pero, cuando tienes un producto tan bien elaborado, que sabe lo que el espectador necesita, que maneja tanto la comedia como el drama con un tempo notable y que te hace sentir que sus casi 50 minutos por episodio no se hacen pesados ni por un segundo, y más aún cuando se pasan en un suspiro, ¿para qué necesitas más?

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