Primeras impresiones, comida, dos Biznagas y dos películas muy distintas son el pistoletazo de salida del 25 Festival de Málaga
El día antes de que dé comienzo el festival es el día de los nervios. Se nota en el ambiente de la ciudad andaluza. La gente que tiene aquí su día a día sabe la que se avecina, además del turismo habitual: turismo cinéfilo, con hambre de películas y de ajoblanco. Ante los ojos de malagueños impacientes, prensa e industria recogen sus acreditaciones entre el esqueleto de lo que sería en menos de 24 horas el prestigioso Festival de Málaga de Cine. Festival que se divide en tres zonas para sus proyecciones: el Teatro Cervantes, el cine Albéniz y el Teatro Echegaray. El día de antes uno recorre las calles del corazón de Málaga para hacerse a ella y sus recovecos y no perderse durante el festival. El día de antes es tan solo la previa con la alfombra roja a medio poner. La jornada terminó con la Biznaga de Oro al director y crítico de cine Fernando Méndez-Leite como reconocimiento a su labor dentro del festival durante muchos años.
Día I: 18 de marzo
El primer día es el más tranquilo. La ciudad amanece sin prisas. Dan comienzo las secciones del festival y se proyectan las primeras películas, cortos y documentales. A las once menos veinte se empieza a formar frente al cine Albéniz la primera cola de prensa y público. Personas de diversas edades que se acomodan poco a poco en sus asientos para ver la película que abre el festival y que entra dentro de la Sección Oficial: Código Emperador.
Película I: Código Emperador de Jorge Coira
Dirigida por Jorge Coira (18 comidas, 2010; Hierro, 2019-2021) y escrita por Jorge Guerricaechevarría (Acción Mutante, 1993; Celda 211, 2009; Quien a hierro mata, 2019). Protagonizada por Luis Tosar, Alexandra Masangkay y Georgina Amorós. Esta película es, sin dudas, mucho ruido y pocas nueces. Desde el primer minuto tiene una forma de avanzar muy apresurada, tanto que puede resultar ridícula, muy básica para estar escrita por Gerricaechevarría. Las situaciones vienen dadas por acciones que no tienen sentido más que en las formas de un pseudothriller hollywoodiense. Se quiere asemejar en aspecto y parte de la trama a la conocida película alemana La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006), pero sin mucho éxito más allá de que Tosar tiene el mismo peinado que Ulrich Mühe.
Entre eso y que parece un thriller político que pasa sin pena ni gloria por grandes salas estadounidenses, Código Emperador no tiene identidad. Carece de aspectos que la definan como única. Es simplemente un cliché detrás de otro, teniendo España como telón de fondo, pero quien dice España puede decir Canadá porque da lo mismo, no tiene un ápice de personalidad distintiva.
Lo mejor de este proyecto que nació en 2016 y que no quiso hacerle la competencia a El Reino (Rodrigo Sorogoyen, 2018), es la interpretación de Alexandra Masangkay. La ex participante de Operación Triunfo y actriz hace un trabajo de contención del todo aplaudible, moviéndose por el terreno de la ternura o el de la pena con la misma soltura. También destaca Georgina Amorós, que demuestra que está preparando el terreno para papeles más adultos o, al menos, fuera de su zona de confort, aunque realmente está explosiva. Luis Tosar y Miguel Rellán también destacan, pero porque hacen bien cualquier papel, sin estar justamente estos en la cúspide de su carrera. Y, no lo vamos a negar, la cinta tiene escenas muy correctas con una puesta en escena muy conseguida, pero no son la mayoría.
Tras una larga y muy explicativa rueda de prensa con el equipo de la mencionada película, en la que pudimos ver al premiado Fernando Méndez-Leite hacer bromas con la prensa asistente y su amigo Miguel Rellán, quien contó una entrañable y divertida anécdota que incluía a Garci y el rodaje de El crack (1981), tocaba irse a comer. Entre cañas y tapas a uno se le echa el tiempo encima y, cuando se quiere dar cuenta, quedan 20 minutos para la siguiente película y está dando una vuelta cerca del Museo Picasso.
Película II: Entre la niebla de Augusto Sandino
Esta coproducción colombiana, checa y noruega, que abrió la Sección Oficial de Zonazine, es el segundo largometraje de su realizador. El colombiano no solo dirige, también escribe, produce y monta esta magnífica y profunda cinta, única en su especie. A Vanishing Fog, como también se llama la película, trata un tema muy complicado para el pueblo colombiano como el desplazamiento forzado interno, aunque eso es solo el contexto, pero es tan rico que está enormemente presente en la trama. De lo que va realmente la película es de la soledad y del descubrimiento de uno mismo. La aceptación de nuestro cuerpo y nuestras condiciones sociales. Pero también habla de la naturaleza, el amor al medio ambiente. Es interesante que toque tantos palos y acierte con todos. Además, dándole un tono surrealista, u onírico si se prefiere, a ciertos momentos del metraje para profundizar más aún en la psique del protagonista.
Para el director, esto es un ejercicio de desarrollo y conceptualización de un personaje, con una narrativa abierta a interpretación. Y es así. El costumbrismo naturalista que baña la película de principio a fin no es más que la circunstancia de su protagonista: F. Este está interpretado por Sebastián Pii, fotógrafo autorretratista. La dirección de Sandino y la actuación de Pii nos sumergen de lleno en la incómoda intimidad de F, en su evolución, en sus descubrimientos, en sus hundimientos, en su más oscura soledad. Cabe decir que es una cinta que se toma su tiempo, es lenta, y eso puede echar para atrás en un primer momento, pero realmente cuando ya estás dentro no hay marcha atrás. Y por decir algo malo, los VFX son bastante precarios; teniendo en cuenta que es una producción de un presupuesto limitado es bastante comprensible.
Es necesario destacar el nombre de Gion Park, recientemente premiado como director de fotografía por lo que consigue con la imagen, rodando el 80% de las veces con luz natural. Su labor en la fotografía es tan detallado que uno puede notar las texturas de todo lo que aparece en pantalla. También hay que mencionar el excelente trabajo de sonido, un trabajo de casi dos años en postproducción que dan como resultado un viaje sonoro al interior del protagonista. Es una experiencia sensorial distinta a cualquier otra cosa. Una película cruda que dejará al espectador pensando en lo que acaba de ver, tanto por el fondo como por la forma. En su crudeza y en su delicadeza, pero sobre todo en su verdad. Entre la niebla es una película atemporal que hará creer al espectador que la vida es una adolescencia perpetua, entendiendo adolescencia como adolecer.
La rueda de prensa de A Vanishing Fog fue del todo intensa. El director, el protagonista y el director de fotografía abrieron sus corazones al público presente y regalaron cinco carteles inéditos de la cinta. Después, Miguel Rellán recibió en otra parte de Málaga su Biznaga Ciudad del Paraíso a toda una trayectoria. La recibió en la gala de apertura del festival presentada por el actor Pepón Nieto luego de una alfombra roja de lo más pintoresca llena de actores, directores y músicos. Uno, tras tantas emociones, pudo darse un paseo por la exposición de fotografías de Lupe de la Vallina de 25 años y seguimos de estreno de camino a la pensión, hotel o casa que le espere. Cenar frente al ordenador, tomarse tranquilamente una copa o cenar en uno de los muchos restaurantes abiertos hasta tarde. Pero el caso es que el primer día llegó a su fin y solo queda dormir para encarar con energía el segundo.
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