La nueva película de Álex de la Iglesia vuelve a mostrar la buena mano que tiene el director para la comedia — Sin spoilers

Después de la increíble primera temporada de 30 monedas (2020) y la épica pero epidérmica Veneciafrenia (2021), Álex de la Iglesia lleva a los cines El cuarto pasajero el próximo viernes 28 de octubre. Julián, un divorciado de 50 años, recurre a una aplicación para compartir su coche con desconocidos. En especial, con Lorena, una joven que viaja a menudo a Madrid. Desde hace meses tiene un asiento fijo en su coche y últimamente también en su corazón. Julián quiere aprovechar el viaje para sincerarse con ella. Pero un error a la hora de escoger el resto de los ocupantes provocará un radical cambio en el rumbo de los acontecimientos.

Álex de la Iglesia —que no puede parar de rodar y ojalá que nunca pare— nos ofrece una estupenda road movie con mucha comedia y mucha acción. Con la acidez de películas como La comunidad (2000), las dinámicas entre personajes propias de la primera mitad de pelis como Las brujas de Zugarramurdi (2013) o El bar (2017), y el tono y la dirección similares a los de Perfectos desconocidos (2017). Como protagonistas tenemos a Alberto San Juan, Blanca Suárez, Ernesto Alterio, Rubén Cortada y Carlos Areces; además de algunos recurrentes en la filmografía del bilbaíno como Enrique Villén, Jaime Ordóñez o Carolo Ruiz. El guion está escrito por el propio Álex y su inseparable guionista —uno de los mejores del cine español— Jorge Guerricachevarría.

Blanca Suárez nos da una interpretación muy correcta, aunque demasiado normalita después de papeles como los que tiene en El bar o Mi gran noche (2015). El papel de guapo de Rubén Cortada es convencional, pero está bien. Igual que Carlos Areces, aunque se eche en falta más tiempo de este en pantalla. Alberto San Juan está tan, pero tan bien que da rabia; da vergüenza ajena. Pero quien se come la película desde que aparece hasta que se acaba es Ernesto Alterio. Su personaje es tan odioso y tan cuñado que acaba por ganarse el corazón y la risa del público.

Más allá de la simple risa

Por su cartel comercial, con los protagonistas sobre un coche, y su estética colorida puede parecer una comedia más bien básica producida por Mediaset. Pero vaya, nada más lejos de la realidad. Si bien es una comedia ligera y desenfadada, es totalmente descarada y ácida. Al mismo tiempo, abarca bastantes temas interesantes, desde la vaciedad de las discusiones, la toxicidad de la dependencia y la importancia de la sinceridad, hasta el más obvio e importante: la necesidad de salirse de vez en cuando del camino recto.

Y ya, embocando fuera del recipiente —a título personal—, creo que esta cinta es un políptico de cuatro partes condenadas a pasar juntas demasiado tiempo. Cuatro personajes muy distintos entre sí que funcionan muy bien como personajes en una historia cualquiera, pero también como una representación moderna de una España actual fragmentada en cuatro y encerrada en un pequeño espacio.

Fotograma de 'El cuarto pasajero'.
Fotograma de El cuarto pasajero.

Tenemos dos personajes mayores y dos personajes jóvenes. Por una parte, los mayores son un hombre estancado, triste, controlador, manipulador y que quiere que eso cambie; y otro que es igual de controlador y manipulador, pero más abierto y chanchullero. Luego, en cuanto a los jóvenes, tenemos a un chico que fluye, se deja llevar y vive la vida; y a una chica atrapada, solitaria, responsable y con ganas de dejarse fluir. Como ya hizo en Balada triste de trompeta (2010) representando a España en el personaje de una acróbata que estaba en el medio entre el payaso feliz —la España franquista— y el payaso triste —la España republicana—, en El cuarto pasajero la idea de España es ese coche en el que están obligados a convivir nuestros cuatro personajes. Y no voy a hurgar más para evitar los spoilers.

Para ampliar: “El cine español es basura”

Obviamente, Balada triste de trompeta es una cinta mucho más grotesca y oscura. El cuarto pasajero no deja de ser una comedia; está hecha para divertir y lo logra. Y está claro que esta lectura es una de las muchas que puede tener, además de la más clara de todas, pero que demuestra que el cine de Álex de la Iglesia sigue transitando carreteras muy sutiles, donde la crítica y la exposición social —importante en su cine este factor expositivo— siguen estando muy presentes. Y que da lo mismo el género que sea, que si quiere contar algo, lo hará con muy buena mano.

Fotograma de 'El cuarto pasajero'.
Fotograma de El cuarto pasajero.

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