Crítica de Godzilla x Kong: The New Empire y repaso al MonsterVerse
El miércoles 27 de marzo se estrenó en España Godzilla x Kong: The New Empire (2024). Quinta película de lo que se ha venido a llamar MonsterVerse, que también cuenta con una serie de animación de Netflix y una serie de altísimo presupuesto de Apple TV+. Dirigida por Adam Wingard (You’re Next, 2011; Blair Witch, 2016; Death Note, 2017; Godzilla v. Kong, 2021). Y protagonizada por Kaylee Hottle, Dan Stevens, Brian Tyree Henry y la estupendísima Rebecca Hall (The Night House, 2020; Resurrection, 2022). La música corre a cargo de Antonio Di Iorio y Junkie XL, quien ya tiene recorrido en el cine comercial con El hombre de acero (2013), Mad Max Fury Road (2015), Deadpool (2016) y La Liga de la Justicia de Zack Snyder (2021).
Ahora, algo interesante es quiénes la escriben, porque, aunque parezca mentira, esta cinta cuenta con tres guionistas. Simon Barrett y Jeremy Slater, que son dos guionistas por encargo, ahora ya habituales de Adam Wingard. Pero es que también está en el equipo de guion Terry Rossio, quien con su nombre firmó —junto a otros— los guiones de la saga completa de Piratas del Caribe (2003-2017), Déjà Vu (2006), El planeta del tesoro (2002), Shrek (2001), La ruta hacia el Dorado (2000), La máscara del Zorro (1998) o Aladdin (1992). Es comprensible que algo de talento sea difícil de distinguir entre tanta mala decisión. Pero no adelantemos nada y entremos en detalle.
¿Por dónde queda el nuevo imperio?
Godzilla x Kong: El nuevo imperio es una película de King Kong superpoblada. Una especie de Avengers de titanes dándose bien de golpes en la Antártida, en la Tierra Hueca y hasta en Gibraltar. ¿Eso está bien? Pues si es lo que buscas, es lo que encuentras. Mal no está. De Godzilla no tiene prácticamente nada, más allá de gritos, peleas y un running gag bastante divertido. Kong, los simios y los monstruos de la Tierra Hueca tienen todo el protagonismo de la cinta. Porque las secuencias de acción real con humanos son mínimas, menos mal. Tiene pinta de haberse rodado en menos de un mes, porque el 70% de la película son efectos visuales y animación 3D.
Ahora bien, también me parece una decisión valiente. Sobre todo porque ese 70% que es animación es cine mudo. La mayoría de la peli no tiene diálogo y se entiende perfectamente. Punto positivo. Aun así, es un espectáculo de mamporros, luces y colorines completamente vacío. Ya era así la pasada Godzilla v. Kong, pero esta sube la apuesta: hay más mamporros, más luces y más colorines, y también hay más monstruos, pero sigue estando vacía.
Crítica con spoilers
¿Cómo es posible que metiendo más bichos grandotes y más peleas, y más ciudades, acabes con una película tan aburrida? Me sorprendí bostezando continuamente. Y esto responde a que no dan respiro, solapan secuencias épicas con secuencias épicas. No sirve de nada una gran revelación si la precede una enorme revelación y la continúa otra gigantesca revelación. No se puede hacer una peli interesante solo con giros, revelaciones y secuencias épicas. De nada sirve revivir a Mothra, meter al Skar King y a Shimu, crear distintas razas de monstruos y mostrar una civilización antiquísima escondida si me lo mezclas todo sin sentido ni ritmo. Es aburrido. Entonces, ¿de dónde viene esta necesidad de epicidad? Vamos a dar unos pasos atrás.
Una “monster fever” antes del MonsterVerse
Los monstruos gigantes es un subgénero muy interesante dentro del cine de catástrofes. Desde El mundo perdido (1925) hasta El Escuadrón Suicida (2021), pasando por El monstruo de los tiempos remotos (1953), La humanidad en peligro (1954), El monstruo alado (1957), Tarántula (1977), Lake Placid (1999), Pacific Rim (2013), Colossal (2016) o Proyecto Rampage (2018). A esto hay que sumarle que hay cerca de 17 películas y series de King Kong, y al rededor de 40 de Godzilla. Todo lleno de “contraataca”, “escapa”, “el hijo de” y “contra”. Podemos decir, pues, que como público estamos más que acostumbrados a que nuestras ciudades sean destruidas por bichos gigantes. Pero cada vez necesitamos más, como en el cine de acción en general. Es notable que el gran público necesita que las pelis cada vez tengan más VFX, más peleas, más espectacularidad, más colores, etc.
Nos hemos anestesiado. ¿Si no se destrozan trece ciudades al año en cartelera, de formas cada vez más locas, no nos sentimos satisfechos? Ni siquiera vemos el punto de vista de los habitantes de la ciudad, más allá de tres planos generales tontos de una carretera, playa o edificio. O, peor aún, vemos relleno de minutos con personajes huecos. Y es triste si lo comparamos con cintas como Godzilla (1954), y el trasfondo que esta tiene. Hacer del cine comercial de su época, el cine kaiju, una metáfora de una herida abierta que tiene todo un país y sentir la necesidad de reflejarlo en su filmografía. Depositar el trauma que dejaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki en una cinta genial y hermosa es algo de lo que ahora carece este MonsterVerse.
Películas mejores que Godzilla x Kong: The New Empire
Por eso mismo, desde Discordia os dejamos una recomendación de películas de estos dos bichos importantes que merece la pena ver:
- Godzilla (Ishirô Honda, 1954). Cinematográficamente la mejor de la recomendación. Es apabullante la mezcla de belleza, tristeza y miedo que ofrece esta cinta imperecedera. Es imposible que verla no haga que se te encoja el alma hasta caber en un puño.
- King Kong (Peter Jackson, 2005). La mejor película del simio gigante. No porque sea una bendición cinematográfica, sino por el entendimiento del personaje y por plasmarlo con tantísimo corazón. Es el mejor Kong, la mejor relación simio-humana y la mejor exposición en un blockbuster del problema del racismo y la esclavitud en Estados Unidos.
- Godzilla Minus One (Takashi Yamazaki, 2023). La más nueva. La que demuestra que en el cine comercial se puede hacer muchísimo más con menos. Es impresionante visualmente. Lo deja a uno sentado sin respirar. Además, vuelve al concepto original del personaje. Es tremenda.
- Kong: Skull Island (Jordan Vogt-Roberts). Hablando con un colega hace poco me dio la frase perfecta para definirla. Estéticamente es “el mínimo a aspirar para cualquier blockbuster“. Ya que me lo haces, házmelo así. Tiene un montaje pésimo y un guion flojo, pero qué más da. Es divertida, tiene mucha acción bien gestionada y rompe todo el rato con lo que se presupone que debe ser una peli de King Kong.
- King Kong contra Godzilla (Ishirô Honda, 1963). No es ni de lejos la mejor de esta pequeña lista, pero es tan entretenida, tan graciosa. Fue el primer encuentro entre ambos titanes y es algo que uno no se puede perder. Una mamarrachada estimabilísima.
- King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933). Está en esta lista más por ser un clásico, por algo lo es, que por el mensaje propiamente dicho. Hay que intentar no juzgar con los ojos del presente el ayer, por eso mismo está aquí. Pero sobre todo porque formalmente no es que sea buena, es que es una maravilla.