El festival internacional Filmadrid ha cumplido diez años con una edición cargada de emociones y un marcado punto de vista anti-opresión
Filmadrid, el festival internacional que apuesta por las nuevas formas de narración cinematográfica, ha cumplido diez años de cine y talento independientes. Este año ha habido dos temas principales que han cruzado los discursos dentro de este: el artista transformando en imagen el trauma o el proceso terapéutico, y el firme posicionamiento en contra de la opresión al pueblo palestino. Al igual que en la pasada edición, Discordia Magazine se ha colado en las salas de cine durante su semana de celebración para traer lo más interesante y destacable de este festival amigo.
Palmarés 2024
- Premio de la Sección Oficial para Revolution +1, de Masao Adachi.
- Premio Especial del Jurado Oficial para Few Can See, de Frank Sweeney.
- Premio Jurado Joven para Two Giants That Exist Here: A German Fairytale, de Gianna Scholten.
- Mención Especial del Jurado Joven para A Paixão Segundo G.H., Luiz Fernando Carvalho.
Películas de interés
Como siempre, en Filmadrid no se diferencia entre cortometraje y largometraje para entrar en sección oficial: ambos son películas proyectables y respetadas. Es más, cada película a competición tiene una proyección de algún trabajo anterior del director o directora para dar contexto al estilo del mismo. De esa manera, en este artículo tampoco se diferenciará entre corto y largo, ambos serán analizados como filmes, que es lo que son. Así pues, comencemos.
Tornen lágrimas a incendios, de Sofía Peypoch (2023) | MEX
A golpe de móvil, asistimos al duelo tras la ruptura que, en formas toscas y poéticas, exploran el dolor y la pérdida. Son, como se aclara al comienzo del corto, instantes perpetrados por una ausencia. “Tus palabras viajan de mi boca a la tuya y con eso las hago mías”, se lee en un momento dado mientras Sofía se desnuda emocionalmente ante el espectador. La cineasta se sumerge en el hueco que deja el cuerpo y en el eco que deja la voz de quien nos despedimos. La artista visual y directora de este cortometraje compitió en sección oficial con su largometraje La tierra los altares (2023). En esta, a través de la memoria física y emocional, Sofía nos muestra el lugar concreto donde fue víctima de un secuestro, indagando y creando una línea de investigación sobre su trauma mediante la cámara y la naturaleza.
The Ballad of Suzanne Césaire, de Madeleine Hunt-Ehrlich (2024) | USA
Este primer largometraje de su directora ronda la figura de la escritora surrealista Suzanne Roussi-Césaire usando de forma metacinematográfica a la actriz que la interpreta y al equipo cuya intención es desentrañar sus tormentos y legado artístico. Al igual que en su cortometraje documental Conspiracy (2022), su trabajada estética y su preciosista puesta en escena, con un ritmo lento y en constante diálogo, pretenden reivindicar las obras de las artistas negras acalladas por la historia o por hombres de su alrededor. La importancia de recuperar la voz arrebatada fabricando una biografía ideal para evitar que caiga de nuevo en el olvido.
Critical Zone, de Ali Ahmadzadeh (2023) | IRN, DEU
Acompañamos a un hombre derrotado ir de un lado a otro con su coche por las mean streets de Teherán, dándole a conocer al espectador cada rincón oscuro de una ciudad sin futuro. Drogas, rebeldía, armas y contemplación son los ingredientes de esta solitaria historia. Técnicamente es una de las cintas más arriesgadas e interesantes de esta décima edición. El director toma decisiones de puesta en escena y composición realmente atractivas, incluso brillantes. No obstante, además de un ritmo exageradamente denso, la película no termina de funcionar. Quizá porque no se siente una esencia iraní, y la historia es perfectamente extrapolable a cualquier otro país en vías de desarrollo. Esta película tiene destellos de genialidad que si no fuera por la occidentalización de su historia la convertirían en una gran obra del cine actual.
Revolution+1, de Masao Adachi (2022) | JPN
Masao Adachi es una leyenda del cine nipón. Fue guionista en películas muy recordadas y sórdidas del cine japonés como Violated Angels (1967) o Go, Go Second Time Virgin (1969) y dirigió esa gran obra del documental experimental llamada A.K.A. Serial Killer (1969). Su cine y su vida giran en torno a temas políticos de izquierda. Por ello y por pertenecer al Frente Popular para la Liberación de Palestina, fue detenido y encarcelado durante más de un año. En esta ocasión, dibuja una historia imaginaria acerca del asesino del exprimer ministro japonés Shinzo Abe. Una cinta hecha en muy poco tiempo y con una historia muy poderosa que no llega a cuajar, sobre todo por sus formas. Adachi no destaca por ser un virtuoso con la cámara, tiene una pobre narrativa fílmica, pero tiene cosas que contar realmente interesantes. Es una pena que no vayan de la mano la calidad de su intención con la calidad de su forma.
Natatorium, de Helena Stefánsdóttir (2024) | ISL, FIN
Intriga, terror y drama se dan la mano en este estético y tétrico retrato familiar. Una joven descubre un oscuro secreto en casa de sus abuelos que tiene que ver con una piscina cubierta y el trauma principal de su padre y tíos. Rodeada de discusiones, alcoholismo, agua y enfermedad, intenta perseguir su sueño. De nuevo, como ocurre con Critical Zone o Revolution+1, este filme está descompensado. Tiene un apartado visual, que aunque clásico, bastante bueno. Es correcto y no por ello deja de ser bello y oscuro. Pero el guion hace aguas por todas partes, nunca mejor dicho. Lo más reseñable de la obra es quizá el diseño sonoro, cuidado y tenebroso.
Sección Nuevos pasajes, nuevas visiones (vv.aa)
Este pase de cortometrajes fue lo que quizá, personalmente, más disfruté del festival. Es una sección que busca dar a conocer a nuevas cineastas con inquietudes cinematográficas arriesgadas, valientes y novedosas. Personalmente, tengo que destacar dos de los seis que se proyectaron. Por un lado Balls, de Gorana Jovanović (2024, SRB); a modo de documental contemplativo, analiza cómo el fanatismo por el fútbol es el lugar idóneo para los conflictos políticos. Escalofriante y brillante en todos sus aspectos. Por otro lado, Café con Trankimazin, de Cecilia Luis (2024, ESP). Entre imágenes sin edición y textos escritos por la propia Cecilia, la cineasta, guionista y cómica revisita el lugar físico de un trauma usando una cámara Bolex de 16mm como escudo. Ambas consiguen con sus obras convertir el trauma en celuloide.
Menciones especiales
Es evidente que las cintas ganadoras también merecen un visionado si la oportunidad se presenta. Pero también películas como On the Go (María Rojo y Julia de Castro, 2023 | ESP). De la sección The Video Essay, recomiendo mucho The Old, The New and The One Coming (Arturo J. Izaguirre), Jeu (Daniel Turner), Chantal Akerman: The Private and the Public (vv.aa) y La figura femenina de Jean-Luc Godard. Fondo vs Forma (Débora Vargas). Y, aunque personalmente su largometraje no es el que más me ha gustado, la proyección de todos los cortos y mediometrajes de Larissa Sansour y Søren Lind ha sido una experiencia religiosa. Su mezcla entre cine social y videoarte es resistente como el cristal templado. Una caligrafía, aunque densa, perfecta. Que se engrasa correctamente con una arriesgada puesta en escena partida en dos, en un blanco y negro excelente.