Los músicos, al igual que otros artistas como los actores o los directores, siempre están envueltos por un aura de encanto y misterio que nos lleva a idolatrarlos más allá de su música. Siendo figuras tan carismáticas, es normal que hayan sido inspiración para tantas obras: hoy vamos a hablar de músicos que solo existen en los relatos que los contienen.
Cine: Interstella 5555: The 5tory of the 5ecret 5tar 5ystem de Leiji Matsumoto y Kazuhisa Takenochi (2003)
No existe mejor homenaje a los legendarios músicos franceses Daft Punk (recientemente disueltos como grupo) que esta película de anime experimental: un despliegue técnico de poco más de una hora de duración que, al estilo de una Fantasía apta para raves, recopila una sucesión de videoclips animados para las canciones que componen el mítico álbum Discovery (2001). Como hilo conductor, tenemos la historia de los Crescendolls, un grupo de músicos alienígenas que acaban en la Tierra y que tendrán que regresar a su planeta escapando de las afiladas garras de las discográficas terrícolas.
Literatura: Tierra de campos de David Trueba (2017)
El polifacético David Trueba, director de cine y escritor, expresa en esta fresquísima novela otra de sus pasiones: la música. A través del personaje de Daniel Mosca, el protagonista, el autor reinterpreta el clásico mito del rockstar acabado (adaptándolo al ámbito de la resaca post-Movida Madrileña) y trata temas como el de la familia y la conexión con las raíces. Gracias al relato autobiográfico de Daniel, haremos un recorrido desde la España postfranquista hasta la actual “España vaciada”, contemplando su vez el inicio, la evolución y la decadencia del grupo de rock Las Moscas. El tono humorístico, sincero y melancólico de la obra te atrapará desde las primeras líneas.
Música: Demon Days de Gorillaz (2005)
El proyecto Gorillaz, que surgió del trabajo conjunto realizado por el músico Damon Albarn y el dibujante Jamie Hewlett, fue una de las propuestas más rompedoras, influyentes y atractivas en el ámbito de la música comercial de principios de siglo. En plena decadencia de la MTV, las mentes creativas de Albarn y Hewlett se reunieron para desarrollar una banda sin músicos, un grupo virtual compuesto por una serie de dibujos animados que no solo protagonizan los videoclips, sino también un complejo lore que se desarrolla a lo largo de los distintos álbumes y que incluye cambios en la formación, traiciones y demás peripecias. A la hora de introducirse en la discografía del grupo, recomiendo el que considero su mejor álbum: un EP de un estilo casi inclasificable en el que encontramos hip-hop, electrónica y hasta góspel. Un clásico imprescindible.