Las parodias en cine, actualmente, son sinónimo de pérdida de tiempo y decadencia. Pero como en todo nicho, hay excepciones. Y en este caso la lista no es corta.
Una parodia, según la RAE, es una “imitación burlesca”, y esta puede ser a una persona, a un arte, a una historia o a una temática. En obligado tono satírico, irónico y exagerado, la parodia abarca artes como la literatura, la pintura, el cine o la televisión. De hecho, el mismísimo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, se podría considerar a día de hoy, de alguna manera, una parodia a las novelas de caballerías. Pero si hay dos medios en los que se haya exprimido la parodia hasta dejarla seca, esos son el cine y las series. En esta ocasión, el foco se centrará en el cine, aunque cabe mencionar series de animación como Los Simpson y Padre de Familia que hacen uso de la parodia para llevar a cabo muchas de sus tramas, o Robot Chicken, que directamente basan su éxito en parodiar.
Yendo al grano, el cine parodia no es solo Scary Movie, Disaster Movie, Spanish Movie, Superhero Movie, Híncame el diente o Casi 300. En estos casos, la parodia se basa en coger una o varias películas y series famosas del momento, mezclar sus tramas principales con muy bajo presupuesto, meter humor escatológico sin gracia, contratar a algún famoso para un cameo y estrenarla antes de que lo que se muestra pase de moda. Pero el cine parodia es mucho más y, de hecho, viene de lejos. Se podría decir que la primera parodia en cine es del año 1905, cuando Edwin S. Porter estrenó el cortometraje The Little Train Robbery, que resultó ser una parodia infantil de The Great Train Robbery del año 1903, también dirigido por el mismo director.
A partir de entonces, empezó a ser más o menos frecuente hacer adaptaciones cinematográficas que parodiaran éxitos literarios clásicos como Dr. Pyckle and Mr. Pryde (Scott Pembroke y Joe Rock, 1925), parodia de Dr. Jekyll and Mr. Hyde (R. L. Stevenson). Pero el primer éxito de este tipo de cine se dio en los años 40, tras saturarse el cine de películas de terror, específicamente de monstruos durante la década de los 30 y los 40. Abbott and Costello Meet Frankenstein (C. Barton, 1948) fue la película que comenzó el primer boom del cine parodia. En esta cinta, Abbott y Costello se topan con el monstruo de Frankenstein, Drácula y el Hombre Lobo interpretados por los actores que los interpretaron en sus respectivas películas clásicas. Hay que destacar que no se ríen de las películas ni ridiculizan a sus personajes; todo lo contrario, se ríen de sí mismos.
Esto dio paso a que Abbott y Costello siguieran la misma fórmula con la Momia, Dr. Jekyll y Mr. Hyde y el Hombre Invisible. Abbott y Costello pusieron la base sobre la que se edificaría el cine parodia años más tarde. Sobre todo cuando en el año 1974 se estrena la película de parodia por excelencia: El jovencito Frankenstein, del maestro de la comedia Mel Brooks. Este se basó en la mezcla de remake y humor absurdo que Mario Mattoli y John Huston consiguieron en los 60 con Per qualche dollaro in meno (1966) y Casino Royale (1967). En El jovencito Frankenstein, Brooks reversiona una película de terror clásica a modo de secuela, preñándola de humor absurdo y gags brillantes sin burla; los personajes se toman en serio a sí mismos. Esta cinta rezuma amor por la película original y a la comedia.
Mel Brooks continuaría haciendo parodias como Silent Movie (1976), High Anxiety (1977) o Spaceballs (1987), pero surgieron en el panorama tres hombres que decidieron coger la premisa de Brooks y llevarla al extremo de manera inteligente y con sentido. Ellos son los ZAZ (Zucker, Abrahams y Zucker), que en 1980 estrenaron la película que se convertiría en el origen de la parodia moderna: Airplane o Aterriza como puedas. Para esta cinta, el trío ZAZ compró los derechos de Suspense… hora cero (1957) porque les resultó gracioso que una peli tan mala tuviera, además, chistes suyos integrados en su trama. Así pues, lo que caracteriza a esta película es la seriedad y naturalidad con la que se desarrollan situaciones absurdas y surrealistas. De hecho, aquí nace la estrella del cine parodia Leslie Nielsen, que hace gracia tan solo tomándose sus personajes en serio, por muy absurdo que sea el contexto.
Las películas de los ZAZ crean su propio universo, con su propia lógica y sus propias leyes físicas. En ese marco tan irreverente se generan todas sus historias. Y esto llega a su punto más alto con la cinta Top Secret (1984), donde no solo se muestra un cine parodia de calidad, sino que además está repleto de escenas complejas en lo puramente cinematográfico. Hay amor por el cine en general y por el subgénero en particular. Cosa que continuaría funcionando, a su manera, en la trilogía de Agárralo como puedas. En esta trilogía se mezcla todo lo que funcionaba hasta el momento en las parodias y lo que el público moderno pedía: humor absurdo, slapstick, humor escatológico y humor sexual. Pero todo lo que sube tiene que bajar, así que llegaron los 90 y el cine parodia cayó inevitablemente.
A partir de la década de los 90, se empezó a hacer un cine de parodia que solo se centraba en los chistes sexuales y escatológicos, y en exprimir obras como Instinto Básico, El silencio de los corderos o Pulp Fiction. En el año 2000, Keenen Ivory Wayans, junto a sus hermanos, revivió el género con la famosa Scary Movie. Esta película hizo mucho dinero a pesar de su dudosa calidad cinematográfica, y creó un culto al cine parodia hecho como se hacía en la saga de Scary Movie: con bajo presupuesto, referencias a todo lo que esté de moda en el momento y humor escatológico y sexual simple. Aunque, a decir verdad, la primera, la del año 2000, no está mal del todo.
Aunque esto provocó que se hiciera cine parodia bastante detestable, en paralelo, ciertos cineastas estaban trabajando en hacer sus propias aportaciones al aclamado subgénero. De aquí surgieron películas tan buenas como Shrek, la trilogía del Cornetto o series como The Office o las mencionadas al principio, donde se respira respeto a la parodia y al cine y la televisión. Así que, llegados a este punto, solo nos queda disfrutar de las cintas de parodia realmente buenas. Y este artículo cierra con una lista de 10 por si alguien no sabe por dónde empezar.
Parodias que merecen la pena:
- El gran dictador (Charles Chaplin, 1940)
- El jovencito Frankenstein (Mel Brooks, 1974)
- Un cadáver a los postres (Robert Moore, 1976)
- La vida de Brian (Terry Jones, 1979)
- Aterriza como puedas (Zucker, Abrahams y Zucker, 1980)
- Top Secret (Zucker, Abrahams y Zucker, 1984)
- Spaceballs (Mel Brooks, 1987)
- Agárralo como puedas (Zucker, Abrahams y Zucker, 1988)
- Shrek (Andrew Adamson y Vicky Jenson, 2001)
- Zombies Party (Edgar Wright, 2004)
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