Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo. | Pedro 1:21
Friendly Reminder | Este artículo es la última parte de una trilogía en la que Justin murió y resucitó.
Una vez resucitado, dice la tradición cristiana que Jesús volvió a la vida tres días después y durante 40 días se paseó por entre los vivos como si nada hubiera pasado, transmitiendo la palabra de Dios entre los discípulos, como el cuñao de turno que en las cenas de Navidad no cesa en su empeño de señalar las maldades del gobierno socialcomunista. Si esto es la Trinidad de Bieber se debe a que, como Jesús, Justin merece un final a la altura de su leyenda. Si bien su peso en la industria, como lo hiciera el hijo de Dios para con el poder romano, ha pasado a un segundo plano tras la muerte de su concepto, el cantante canadiense parece enviar un potente mensaje tras los videoclips de varias de sus últimas canciones.
Más de una vez Justin ha hablado de su concepción como cristiano, creyente y practicante; pero nunca lo había demostrado tan fervientemente como en el tema Holy. Con todo, lo que nadie se esperaba es que, además, el joven Bieber iba a transmitir su cristianismo con un potente mensaje de clase que lo elevaría casi a la altura del bueno de Lenin. Y es que Bieber ha conseguido, como muy pocos antes que él, unificar dos conceptos que aparentemente muchos consideran contrarios de por sí; si bien (si somos justos) tienen en común muchos preceptos que se retroalimentan entre sí. Es decir: amar al prójimo y la socialización de los medios de producción no son opuestos, sino todo lo contrario. En Holy, Justin Bieber decora al Jesús de la cruz con una hoz y un martillo en cada mano.
El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno.
Karl Marx
En el vídeo, Justin aparece ataviado como un obrero cualquiera con su peto y su casco amarillo; lleno de mierda, producto de su incansable labor en la planta de extracción petrolífera en la que trabaja. Vive en un motel cutre junto a su pareja, porque el dinero que gana trabajando para el sistema capitalista no le da para más. En un momento dado, el capataz de la planta, desde una posición elevada por la jerarquía del mercado visceral (pero también desde el plano en el que aparece), anuncia que esta va a cerrar y que Justin y sus compañeros se han quedado de patitas en la calle. A Justin y a su novia los echan de casa. Primer acto, segundo acto. Mensaje recibido, Bieber: putos cerdos capitalistas. Ni siquiera el amor dejan crecer. Ni siquiera son capaces de permitir que dos jóvenes estadounidenses, unidos por un amor bendecido por el de arriba, puedan hacer su vida en paz. El capital destruye sueños y esperanzas de los de abajo, de los que se pringan de alquitrán día a día, mientras que aquellos con poder y dinero se alzan sin mirar abajo. ¡Exprópiese, señor!
No obstante, la versión más cristiana viene después, cuando un soldado del ejército de los EE. UU. aparece en escena y se ofrece a llevarlos a su casa después de encontrarlos deambulando por las calles de la ciudad, cargados con sus maletas y sin una pizca de dinero o lugar a donde ir. Es cierto que, en el fondo, Justin Bieber es americano. Esa gente se desvive por sus fuerzas armadas (pese a que este sea canadiense, ha vivido mucho tiempo en EE. UU.), por lo que una parte de nosotros, errada en el enfoque del mensaje, podría pensar que tan solo es propaganda barata. Ya sabéis, lo que dijeron en Los Simpson: “Aniram al ne etatsila” (“Alístate en la Marina”). No obstante, en la mente del joven cantautor canadiense y en la del director del videoclip, Colin Tilley, nada es lo que parece. Sí, es un soldado americano, pero también es un soldado americano hispano. Vivimos en la Administración Trump. La neoliberalización extrema de la economía y la propaganda patriótica antiinmigración más exacerbada desde hacía décadas, y Justin coloca un soldado de origen hispano como sus salvador.
Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.
Juan 13:34
Muchos ateos ante la palabra del Señor negarán sus plegarias, pero no hay duda de que lo que un día fue una simple estrella de música adolescente, si bien representa todo lo malo que se puede hacer o que se ha hecho en la industria del pop del siglo XXI, también empieza a intentar desmarcarse como un nuevo camarada con un mensaje contra el poder y el sistema. Cierta es, también, que la exageración de la fe como concepto y creencia es, en definitiva, el opio para el pueblo que lo aliena; pero también, exista o no, puede enseñar un valor fundamental que apoye la causa del proletariado ante la lucha de clases que se libra, como ya vaticinó el pensador alemán dos siglos atrás. Si algún día Justin no vuelve; sino que solo desaparece sin más, todos deberemos despedirle tal y como a tantos otros hombres de pueblo que ya hemos despedido. Hasta la victoria siempre, ¡camarada!