Un dramático hecho histórico ocurrido en un campo de fútbol es la premisa de esta serie que sigue a una madre en una frustrante lucha por la justicia y que podremos ver el 25 de marzo en Filmin.

Dirigida por una figura común pero poco conocida de la televisión británica, Bruce Goodinson (Doctora Foster), sigue la historia real de Anne Williams, fantásticamente interpretada por Maxine Peake (La teoría del todo) sobre la cual recae el peso de absolutamente toda la producción. La serie narra un suceso ocurrido en Sheffield (Inglaterra) conocido como la Tragedia de Hillsborough, nombre obtenido del campo de fútbol donde tuvieron lugar estos hechos en 1989 mientras se desarrollaba un partido que enfrentaba al Liverpool contra el Nottingham Forest. Durante este encuentro, aconteció que una de las vallas cediese ante una avalancha de espectadores, provocando la muerte de 97 de ellos y centenares de heridos. En este suceso murió uno de los hijos de Anne, premisa de la que parte la serie.

Por tanto, tenemos la figura clásica de una madre coraje, buscando la verdad, luchando contra todo un sistema con el fin de buscar justicia por la muerte de su hijo. Una muerte cuyas circunstancias fueron tergiversadas hasta el límite y a las que nadie dio una explicación satisfactoria. Este enfrentamiento de una sola persona contra el mundo, de una suerte de David contra Goliat, es aprovechado por la serie para subrayar su comentario sociopolítico y subirse al carro de los biopics lacrimógenos que tanto suelen calar en el grueso de los espectadores, pero que no termina por salir del todo bien.

Aunque sus capítulos pasan en un suspiro, al fin y al cabo nos encontramos con un melodrama de manual que no innova nada, mayormente porque la propia historia no se lo permite, pero que produce la suficiente curiosidad como para querer ver los cuatro episodios de los que consta. Y, como todo melodrama que se precie, sobre ella se percibe en todo momento un aire a telefilme que podrá repeler a muchos espectadores.

Fotograma de 'Justicia' (2022).
Fotograma de Justicia (2022).

El espinoso lado institucional de la historia

Como en cualquier suceso catastrófico que conmocione a un país, siempre hay culpables, pero no hay nadie dispuesto a cargar con la culpa, por lo que todo fue adjudicado como un accidente por las versiones oficiales. Esto es algo que la protagonista no está dispuesta a creer, pues algunos testigos afirmaban que su hijo siguió con vida tras los hechos y que, con una intervención médica, podría haber sobrevivido. Es aquí donde comienza la búsqueda de la verdad, en una carrera hacia delante que, literalmente, duraría hasta el final de los días de la protagonista. Y es aquí donde entra el siempre arduo terreno político, donde la serie aprovecha su condición de serie histórica para proponer una crítica al Gobierno de Margaret Thatcher, un Gobierno que hizo todo lo posible para eludir responsabilidades de cualquier tipo.

Si bien la actriz principal carga con toda la serie de una manera excepcional, el problema es que es un personaje sin apenas matices, únicamente subordinado al desarrollo del guion, a veces en el ámbito judicial, otras veces en el político, pero siempre siendo un personaje que está ahí, haciendo las cosas que tiene que hacer, sin aristas algunas en su personalidad. Y cuyo único aliciente para el espectador es el de observar, durante los cuatro episodios, cómo el personaje va consumiéndose por la pena que le supone su lucha.

Por tanto, al igual que en la vida real, serán más importantes los asuntos de Estado que los seres humanos. Ni siquiera merece la pena mencionar a los demás personajes de la serie, porque no aportan nada a la trama. De hecho, cuando hacen el amago de empezar a desarrollarlos, la serie prefiere echar balones fuera y quitarse los problemas con algún diálogo de apenas unos segundos.

La enorme complejidad de los biopic

Cuando sí interesa la serie es en su estudio sobre el luto, la dificultad de una madre para seguir evolucionando al ritmo de la vida cuando la vida de alguien a quien quiere ha parado de girar. Sin embargo, esta dolorosa historia real es una historia demasiado local. Un suceso muy arraigado a su país, a su sociedad y a su contexto como para poder trascender entre el grueso de los espectadores extranjeros.

La historia real, que se extiende a lo largo de lustros, es el propio lastre de la serie. La presencia de saltos cronológicos continuos hacia delante hacen que las tramas carezcan de importancia, desde los problemas familiares a los judiciales. Conforme transcurre la historia y esta está obligada a hacer uso de estos saltos temporales, todo se empieza a difuminar: principalmente la justicia que busca la madre va perdiendo importancia con el paso de los años, algo que es lógico en cuanto a las reglas del mundo en el que vivimos. El enorme problema surge cuando la propia serie acusa este problema y va perdiendo interés al mismo ritmo que la sociedad (o al menos una parte de ella) perdía el interés en la historia real.

En conclusión, es una serie que no fluye como debería y que toma una serie de decisiones (como poner imágenes de archivo de diferentes encuentros reales del Liverpool) que provocan que el drama se frene. No cabe duda de que es una curiosa historia real, pero existe tanta diversidad de obras que siguen el tópico de la búsqueda de justicia contra viento y marea que solo hace que esta serie sea una más del montón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Perfiles en Redes Sociales