Tres películas de despedida y un adiós desesperado. Discordia dice adiós al Festival de Málaga con tres filmes muy distintos entre sí

Día IV: 21 de marzo

Sobre las calles mojadas por la tormenta de la noche anterior, un joven canta flamenco al compás de unas palmas que no son suyas. Quizá sean los mismos que tocaban la guitarra la pasada noche por la calle Especerías. Hay estudiantes yendo de un lado a otro y por las carreteras los coches forman pequeños atascos. Es el último día de este que escribe en el festival con cuidado de asistir a la hora a las tres películas y de no resbalarse por las escurridizas aceras. 

Película VIII: Lo invisible de Javier Andrade

Lo invisible es una película ecuatoriana dirigida por Javier Andrade, protagonizada por Anahí Hoeneisen y escrita por ambos. Antes de que comenzara la proyección, ya había comentarios entre la gente de prensa que decían que la cinta no era muy entretenida. Y resulta que estaban en lo cierto. Es una película muy introspectiva y quietista, con la que es imposible sentirse identificado a no ser que tengas el dinero por castigo. Realmente, el ambiente en el que transcurre la historia está muy manido ya por el cine latinoamericano hecho por gente con dinero. Volvemos nuevamente a la premisa de “los ricos también lloran”, pero esta vez para contar una historia acerca de una maternidad atormentada, la depresión y la soledad

Y no vamos a negarlo, la sensación de soledad es transmitida de forma bastante sobresaliente, aislando a su protagonista de su entorno con el desenfoque. Pero no hay involucración del público porque la cinta no lo permite. Se encierra en su burbuja de cristal y le moverá las aguas a quien deba, pero no a la gente se duerma en la sala (que es lo que ha ocurrido). Todo lo sugerente que parece ser a raíz de su tráiler lo pierde con un ritmo exasperante, demasiado lento. Tiene buena intención de ser un relato intimista y desolador, pero acaba siendo un drama insípido y totalmente contemplativo

Esta es una película de atmósferas y está dirigida genuinamente bien. En ocasiones da la impresión de querer emular aspectos de Roma (Alfonso Cuarón, 2018), pero desde la otra perspectiva: la de los ricachones, lo cual, en lo personal, desespera mucho. Y el director, por su parte, en la rueda de prensa ha comentado que se vio muy influenciado por las películas de Michelangelo Antonioni para dibujar desde la estética la psicología de una mujer deprimida. Por último, cabe mencionar que el final es de lo mejor que tiene la película.

Fotograma de Lo invisible (2021).

Película IX: La piel en llamas de David Martín-Porras

Una obra original del dramaturgo y guionista Guillem Clua llevada excepcionalmente a la gran pantalla por David Martín-Porras. Este es el primer largometraje del director realizado en España, puesto que ya tiene dos películas anteriores hechas en Estados Unidos, donde reside. La cinta ha sido una de las más gratas sorpresas que, a título personal, me he llevado en este festival. Y también lo ha sido para muchos en prensa y público, puesto que el aplauso y la ovación han sido los más largos junto a los de Alcarràs, Cinco lobitosCamera Café. Algo muy merecido puesto que es una magnífica película que, partiendo de una base tan toqueteada en cine como lo es el hecho de que ocurra todo en un mismo espacio, logra darle un plus de originalidad. 

Esta cinta sacada adelante sin ayudas económicas ni financiación de ningún tipo (más allá del dinero del productor Eduardo Campoy), puede asemejarse a otras producciones como Mediterráneo (Barrena, 2021), Adú (Calvo, 2020) o Black Beach (Crespo, 2020), pero no. Está fuera de todo ese desgastado cine social español hecho en algún país de África. Esta cinta homenajea las mejores películas de Hitchcock, Tarantino o Fassbinder, y se asemeja en ciertos aspectos a filmes como Hard Candy (Slade, 2005), La muerte y la doncella (Polanski, 1994), Los odiosos ocho (Tarantino, 2015), La soga (Hitchcock, 1948), La cinta (Linklater, 2001) o Rashomon (Kurosawa, 1950).

La piel en llamas es una película sobre los errores del pasado y sus condenas, y también sobre los juegos de la memoria, el autoengaño y las verdades a medias. Mantiene los diálogos originales de la obra teatral, que son muy afilados. Además, la dirección es apabullante. David Martín-Porras sorprende con una puesta en escena, unos movimientos de cámara y una composición verdaderamente brillantes. Y qué decir del montaje; el ritmo es estupendo y juega con el tiempo, el espacio y los formatos como le da la gana. Luego, el reparto está espléndido: Óscar Jaenada, Fernando Tejero, Ella Kweku y Lidia Nené. Chapó. Un filme sobre los traumas de la piel y del alma que no tiene desperdicio.

Fotograma de La piel en llamas (2022).

Película X: Mostro de José Pablo Escamilla

Una de las pelis que compite en la Sección Zonazine que es, probablemente, la más arriesgada del festival. Con dos formatos (4:3 y 1:1) y tan solo 74 minutos de metraje, esta película mexicana es la ópera prima del director. Una crítica a la industrialización y una denuncia por los muchos feminicidios y desapariciones de mujeres en México. También habla de la juventud como etapa de cambios, despedidas y emociones fuertes. Es, en definitiva, una cinta profunda que va más allá de lo que parece.

Durante la rueda de prensa de después, tanto el director como la productora hablaron amablemente del interesante proceso creativo de la cinta y de sus intenciones a la hora de rodar y montar. En cuanto al proceso creativo, José Pablo escribió un guion bastante poético que en rodaje fueron interpretando y filmando, y de este modo también funcionó el montaje. El director oprime a su protagonista con la edición, el montaje (de imagen y de sonido) y con los encuadres naturales. Fue un proceso de dos años (pandemia de por medio) donde lo que más tiempo llevó fue el diseño sonoro, cuyo resultado es impecable. Entre los recursos más utilizados destacan el gran uso narrativo de los puntos de fuga, los planos detalle con lente microscópica y la edición a modo de distorsión.

Además, un valor enorme de este filme es que no es en absoluto previsible. Comienza siendo una cosa que muta a otra muy distinta que se acerca a la ciencia ficción, pero, una vez llega el detonante definitivo alocadamente experimental, la película comienza a ser algo demencial a la par que relajado. Y sí, experimental, esto es cine experimental, que mezcla en su esencia lo convencionalmente narrativo con la experimentación visual y auditiva que se permite el director y su pequeño equipo. La experimentación como medio para hacer una crítica a la sociedad de consumo donde un producto (o sacarlo adelante) importa más que una vida humana. Un pequeño tesoro dentro de este festival, sin lugar a dudas.

Fotograma de Mostro (2021).

A lo largo del día, también se pudo ver Llegaron de noche (Imanol Uribe), Los buenos modales (Marta Díaz), Como Dios manda (Paz Jiménez) y la muy esperada Utama (Alejandro Loayza Grisi). Asimismo, se pudo ver el documental Buñuel, un cineasta surrealista (Javier Espada). Además, le dieron el Premio RTVA a la actriz Mara Guil. Luego, uno se fue buscando la vida para desayunar y más tarde para comerse una paella en una terraza en un momento en el que la lluvia diera tregua. Sin tiempo ya para paseos ni vinito ni fotos. Y de la misma manera en que este viaje comenzó, terminó. En la estación de trenes María Zambrano, con una maleta pequeña y 10 pelis en el bolsillo. Cuatro intensas jornadas donde el cine ha calado en el ambiente de la ciudad andaluza y en el ecosistema del cinéfago que ahora escribe y que espera volver, aunque sea del otro lado.

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