Nuestro pelo es un símbolo de identidad, el problema está cuando se establece como válido un único tipo de cabello

Para muchas, puede parecer que el pelo no es un motivo de conflicto o que nadie se siente insegura por él, pero no es así. El pelo rizado y afro son los tipos de cabello que mayor conflicto generan. Esto no es casualidad, ya que este tipo de cabello suele estar asociado con las personas racializadas y aquí entra en juego el racismo.

Debemos tener en cuenta que hay una belleza hegemónica y da la casualidad de que es blanca. En este escenario, el pelo rizado (sobre todo el pelo afro) no encaja, así que deja de estar representado y pasa a ser algo extraño y un motivo de burla. Desde la publicidad y los medios de comunicación se muestra que lo correcto es llevar el pelo largo y suave. Las mujeres que no cumplen esta premisa son señaladas desde el colegio provocando la necesidad de cambiarlo para así sentirse aceptadas.

Este rechazo por los rasgos africanos del que os hablo no es algo nuevo, sino que se remonta a la época de la esclavitud. Desirée Bela-Lobedde, en su libro Ser mujer negra en España, explica la relación del blanqueamiento de la piel y el alisado del cabello con la historia de la esclavitud en Estados Unidos.

Las personas negras con la piel más blanca y el pelo más liso estaban mejor consideradas y pagaban más dinero por ellas, consiguiendo así labores menos duras como el cuidado de la casa, en vez del trabajo en el campo. Después de la esclavitud, el alisado del pelo y el blanqueamiento de la piel siguieron presentes hasta la actualidad, en la que se sigue encontrando mayor aceptación y privilegios al adoptar características más occidentales, por ejemplo, a la hora de encontrar trabajo o para alquilar un piso.

No hay que olvidar que los métodos para alisar el cabello suelen ser muy dañinos para el pelo e, incluso, pueden llegar a ser perjudiciales para la salud. Todas sabemos que usar la plancha del pelo habitualmente lo quema, por no hablar del tiempo que se pierde, sobre todo si se tiene muy rizado. Como anécdota, recuerdo a mi tía plancharse el pelo con la plancha de la ropa cuando no era habitual tener unas tenacillas en casa. Pero dejando a un lado estas técnicas, existe otra forma de alisarse el cabello en la que se usan productos químicos que penetran en él para cambiar su estructura de manera permanente. Este tipo de productos son tremendamente perjudiciales para la salud.

Volviendo al libro de Desirée, en él explica que estos productos para alisar el cabello contienen disruptores hormonales, sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal que pueden adelantar la menstruación y la menopausia. También argumenta que, al analizar miomas uterinos en mujeres afroamericanas, se encuentran en ellos sustancias presentes en estas cremas alisadoras, por no hablar de las quemaduras que pueden provocar en el cuero cabelludo, causando alopecia cicatricial.

Todo esto ha empezado a movilizar a muchas mujeres racializadas para despojarse de estos métodos y volver a conectar con su cabello. Esto no es fácil porque sigue existiendo mucho racismo y las personas con el pelo afro siguen sufriendo discriminación en sus puestos de trabajo al considerarlo poco profesional, o en su vida personal al tener que seguir sufriendo las miradas y los comentarios de la gente. Suele decirse que el pelo afro o rizado se está poniendo de moda, pero esto es mucho más que eso. Es un acto que conecta a muchas personas con su identidad y las ayuda a mejorar su autoestima. Es un acto revolucionario y político en el que la comunidad afroamericana reivindica sus raíces.

Por ejemplo, durante el comercio de esclavos, algunas mujeres africanas escondían arroz en su pelo trenzado para poder llevárselo con ellas. Otro símbolo es el tignon, turbante que llevaban las mujeres negras criollas de Luisiana. A finales del siglo XVIII, el gobernador de Luisiana Esteban Rodríguez Miró creó la Ley de Tignon, obligando a las mujeres negras libres a ocultar su cabello bajo este pañuelo para que no llamasen la atención de los hombres blancos. Así que las mujeres negras empezaron a adornar su tignon con colores llamativos y cuentas. Esto hizo que se extendiera su uso, convirtiendo al turbante hoy en día en un símbolo de lucha y homenaje a aquellas mujeres.

Testimonios

No solo las mujeres racializadas sufren comentarios y rechazo por su pelo. Aquí tenéis el ejemplo de dos mujeres blancas que también han tenido que aguantar burlas e inseguridad por su cabello, pero que hoy en día lo sienten como un símbolo de identidad.

Testimonio 1: En Primaria y la ESO mi complejo absoluto era el pelo y las cejas. Recuerdo ir por el pasillo y que me llovieran los comentarios del tipo “es que no te peinas o qué”, “no metas los dedos en el enchufe” y otros de mal gusto. Hasta tercero de la ESO llevé el pelo liso religiosamente. Llegó un momento en el que decidí aprender a quererme. Aprendí que mi pelo es el que es; me encanta y, lo más importante, representa lo que soy. Mis cejas son perfectas tal y como son.

Empecé a ser más feliz, fortalecí mi carácter, aprendí a valorarme más y a ser yo totalmente tanto física como personalmente, y dejé de cohibirme. Básicamente, asumí que si me llamaban leona era por algo, que no tenía que ser malo, pero en absoluto, y ahora definitivamente sé que soy una leona y me enorgullezco por ello.

Testimonio 2: Siempre he tenido el pelo muy rizado. Igual no llega a ser afro, pero sí tiene muchísimo volumen y es muy grueso… Cuántas veces me habrán llamado “pelo polla”, “pelocho” o lo típico de “¿has metido los dedos en un enchufe?” en el colegio… Muchas como para contarlas. Me obsesionaba con alisármelo o lo llevaba siempre recogido… Eso lo dejaba súper feo y dañado, sin vida… 

Además, me acuerdo de que todo el mundo me decía que me veía más guapa con el pelo liso, que era “más bonito”, así que me lo alisaba constantemente. Tardaba dos horas y media en alisarlo. La primera vez que lo alisé tenía cinco o seis años… Bueno, me lo alisaron. Ahora hace cuatro años que me lo corté cortito cortito y no me lo he vuelto a planchar desde entonces. He aprendido a cuidarlo y a querer mis rizos.

Recomendaciones

  • Ser mujer negra en España de Desirée Bela-Lobedde. En este libro, la autora cuenta cómo se vive siendo una niña, adolescente y mujer afrodescendiente en España. Trata bastante la relación con su pelo, los daños que esto le causó y cómo reconectar con él le ayudó en su autoconocimiento y aceptación.
  • ¿Te puedo tocar el pelo? de Pablo Muñoz Rojo, Laura Romero López y Alberto Moya Fernández. Testimonios de personas diversas con algo en común: el pelo afro. También está plasmada la importancia histórica, política, económica y social del pelo y su papel en la comunidad afrodescendiente esclavizada en América.
  • Hija de inmigrantes de Safia El Aaddam. Este libro nos abre los ojos sobre el racismo institucional y las implicaciones que tiene en las personas inmigrantes, en especial las de sus hijas e hijos. En la novela, la protagonista refleja el proceso que vive con su pelo, desde el sufrimiento por la vergüenza y la discriminación que sufre a la aceptación y reapropiación de su identidad.

Nota: puedes seguir leyendo mis artículos de esta colección denominada “Querida yo del pasado…” pinchando aquí.

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