Perú ha sido el país invitado en el 26 Festival de Málaga y lo celebramos haciendo un recorrido por algunas películas a partir de nuestras entrevistas con sus implicados

El MAFIZ 2023 acoge a Perú como protagonista del Latin American Focus. Este espacio sirve para dar a conocer la cinematografía peruana actual, el talento que hace posible su crecimiento y las posibilidades de colaboración con su industria. Lo que destaca de la presencia de la cinematografía de este país es la pluralidad de voces. Grandes estrenos (Diógenes, de Leonardo Barbuy y El caso Monroy, de Josué Méndez), documentales (Invasión Drag, de Alberto Castro y Hatun Phaqcha Tierra Sana, de Delia Ackerman), cortometrajes (Hipocampo, de Víctor C. Ybazeta), telefilmes (Un mundo para Julius, de Rossana Díaz Costa) y ciencia-ficción (El corazón de la luna, de Aldo Salvini).

En Discordia hemos podido entrevistar a algunos de los responsables de dichos proyectos. Y por qué no añadir que —desde la visión más personal de quien escribe desde su interés por la cultura peruana— su industria cinematográfica es digna de análisis.

Cabe destacar que Leonardo Barbuy ha ganado la Biznaga de Plata a mejor dirección de la sección Zonazine y su película Diógenes ha ganado la Biznaga de Plata a mejor película iberoamericana. Por otra parte, Hatun Phaqcha Tierra Sana, de Delia Ackerman, ha ganado la Biznaga de Plata ‘Alimentos de España’ en los premios Cinema Cocina del Festival de Málaga 2023.

Fotograma de Hatun Phaqcha Tierra Sana (2023).

Entrevista a Leonardo Barbuy de la Torre por Diógenes

Pregunta: ¿Cómo surgió el proyecto? ¿En qué te inspiraste?

Respuesta: En un principio, hay un sueño que tengo en relación a un hombre que muere solo en las montañas. Y al despertarme relaciono esa imagen con la vida con mis dos hijos. Me pongo a pensar en qué problemático sería que una persona muriera en aislamiento con sus dos hijos. A raíz de esto, me pregunto si sería posible en los Andes, cómo sería la vida de esta persona, qué supone esto social y culturalmente, cómo es que vive alguien en aislamiento en la sierra. Conversé con una amiga antropóloga y un amigo documentalista, y llegamos a la conclusión de que fuera artesano. Eso nos llevó a este pueblo de Ayacucho (Sarhua), donde después de un proceso de cinco años nos aceptaron rodar.

P: Personalmente, tu forma de rodar me recordó bastante a Béla Tarr. ¿Cuáles fueron tus referencias cinematográficas?

R: Hay referencias diversas. Sin duda Béla Tarr está cerca, especialmente su película El caballo de Turín (2011). Pero también hay referencias importantes como Semih Kaplanoğlu. O, aunque no tan directamente, Lucrecia Martel. También Nuri Bilge Ceylan con Érase una vez en Anatolia (2011) o Winter Sleep (2014). Y también referencias peruanas como Óscar Quispe Catacora con Wiñaypacha (2017), que sin duda ha sido importante para Diógenes. Y así podría seguir nombrando directores de los que me he nutrido, como Tarkovsky también.

P: ¿Cuál fue el reto más importante al que te tuviste que enfrentar?

R: Yo creo que el situarte frente al mundo de los festivales. Porque llega un punto en que todos los procesos de la película me resultan procesos valiosos y los he disfrutado muchísimo. Sin embargo, el momento de estar lidiando con programadores… Sé que no es fácil la espera, pero ha sido agotador para el equipo. Es muy desgastante depender de eso para que la peli se vea. 

Fotograma de Diógenes (2023).

Entrevista a Enid “Pinky” Campos, productora de El caso Monroy

P: ¿Cómo surgió el proyecto? ¿Qué te hizo apostar por él?

R: Josué Méndez [el director] es uno de los directores más prolíficos del nuevo cine peruano. Su primera película, que también produje, Días de Santiago (2002) fue la película de la nueva generación. Nos hemos demorado en hacer esta tercera, pero hacer cine es bastante difícil en nuestro país. Bueno, creo que en todos los países latinoamericanos. Ni bien terminamos de hacer su segunda película (Dioses, 2008), Josué se interesó por una crónica de un libro que se llama Día de visita, de Marco Avilés. Lo que hicimos fue postular al fondo de desarrollo del Perú y se ganó. Fuimos al mercado de San Sebastián. Se unieron GemaFilms (Argentina) y Tondero. Y también tuvimos ayuda de la empresa privada de allá. Queríamos que el protagonista fuera Damián Alcázar y tuvimos que esperarlo. Filmamos en 2019. Paramos en pandemia. Por eso hemos demorado, pero estamos supercontentos de estrenar acá en Málaga.

P: Desde la producción, ¿cuál fue en mayor reto a asumir? 

R: El reto mayor siempre es la parte de la financiación. Es una película grande; nunca tienes lo suficiente para hacerla. El guion tuvo que mutar, ahí tienes que tener a un director resiliente, talentoso, que sepa ver cómo resuelve ese problema para mantener el alma de la película con el presupuesto que se tiene. Lo más difícil es resolver creativamente los problemas de presupuesto sin que merme la calidad de la historia.

P: ¿Qué le dirías a la gente para que cuando se estrene la película vaya a verla?

R: Creo que es una historia muy interesante que puede tocar varios hilos en las personas. Hablamos de un personaje de unos 65 años que se pregunta qué hacer con su vida. Y también hablamos de la agresión hacia las mujeres. Creo que es importante. Y creo que el personaje que hace Damián es muy rico, y creo que tiene muchos matices y todos vamos a poder identificarnos con algo. Es un regalo lo que nos ha hecho Damián.

Entrevista a Víctor César Ybazeta por Hipocampo (corto)

P: ¿Cómo nace este proyecto tan experimental? ¿Cómo fue el proceso para llevarlo a cabo?

R: Yo regreso a Paita, lugar donde transcurre el cortometraje, después de 18 años. Después de varios proyectos de archivo y memoria de este lugar tan antiguo. Entonces, como yo estaba mirando mucho hacia el pasado, se me ocurrió darle un giro al tema de los tiempos y recordar el futuro de Paita. Esa fue la premisa. Empecé a utilizar inteligencia artificial, animación y cosas por el estilo. Incluso con imágenes del presente que me permitieran construir este imaginario articulado por todos los tiempos de la ciudad. Así, postulo al Ministerio de Cultura, al fondo de creación experimental, y obtengo el premio en el 2021. Se hizo factible realizarlo y lo empiezo en el 2022. El fondo me permitió tener un gran equipo de trabajo para tener la película a un nivel técnico alto. Porque normalmente en mis películas trabajan dos o tres personas más como máximo.

P: ¿Qué diferencias, aparte del equipo, ves entre esta película y tus trabajos anteriores

R: Creo que le he dado más tiempo de preproducción, de investigación. Todo este tiempo de investigación desde temas económicos, teorías sobre el futuro, el capitalismo, temas portuarios… Me hizo tener una base sólida para la ejecución del rodaje.

P: ¿Cuáles fueron tus referencias durante el proceso creativo, aparte de la propia realidad de la ciudad?

R: Es curioso, pero estuve volviendo a ver mucho de Agnés Varda. No sé, esos montajes en los que salta de uno a otro, ¿sabes? Como que de repente está en un camino y se pone a ver sus manos arrugadas y habla de la muerte. Cosas de ese estilo. Y sobre todo su sentido del humor. Obviamente, Hipocampo tiene otro tono. Pero yo recuerdo que decidí abrirme a ver otras cosas para no condicionarme en el montaje. Igual yo creo que definitivamente todo lo que he visto este último año me ha ayudado. Mirar otro cine, otros montajes que no tuvieran que ver exactamente con lo experimental. 

P: ¿Cómo es el panorama experimental en Perú? 

R: Desde hace tres o cuatro años ha ido creciendo un montón. Hay espacios que permiten que se generen esas películas experimentales, construirlas con talleres de aprendizaje, por ejemplo. Porque creo que finalmente el lenguaje cinematográfico es muy amplio. El hecho de que yo haya obtenido este fondo destinado a la creación experimental ya dice algo. En general, creo que la pandemia, el encierro, ha hecho que crezca exponencialmente más. Ayudó a que se generen otras narrativas desde esa reflexión. Hay un montón de propuestas que rompen con las estructuras narrativas y se abren a distintos puntos del país.

Entrevista a Alberto Castro Antezana por Invasión Drag (2020)

P: ¿Cómo surgió el proyecto?

R: En el año 2017 llegaron muchas drag queens [de RuPaul’s Drag Race] al Perú y yo trabajaba con la gente que las estaba trayendo. Decidí empezar a grabarlas y surgió [hacerlo documental] de una forma muy espontánea. Fue una reacción a algo que estaba sucediendo en ese momento y que ahora sabemos que fue único y que no se ha vuelto a repetir. Que hubiera un foco tan fuerte de transformismo en el Perú es algo que sucedió y no sé si lo vamos a volver a ver, realmente.

P: En el documental se dice: “El Perú sigue siendo uno de los países más conservadores y homofóbicos”. Teniendo esto en cuenta, ¿cómo fue el recibimiento de Invasión Drag en Perú?

R: Le fue bastante bien. La película se terminó en pandemia. Se estrenó en plataformas en 2020 porque los cines estaban cerrados. Y el año pasado se estrenó de manera comercial en cines, en junio, por el mes del Orgullo. No existe mucha representación LGBT en nuestro cine, ni delante ni detrás de cámaras. Así que el estreno significó mucho para la comunidad en Perú. Porque salieron muchas personas que no sabían que podían contar sus historias que se vieron representadas y que ahora quieren hacer cine. Y eso creo que fue lo más bonito.

P: Eso que defines como lo más bonito, ¿fue también lo más difícil?

R: Sí, definitivamente. Yo vengo trabajando en cine varios años. En mi experiencia, sigue siendo un espacio muy machista, muy homofóbico. Siento que ha ido cambiando, pero sigue siendo difícil. Y el acceso a los cines fue lo más complicado. Los cines comerciales en Perú no se arriesgan con el contenido de la comunidad. Nos costó conseguir las pocas salas en las que estuvimos y, en general, es algo que ocurre con el cine peruano que no es comercial. Si a eso le sumamos que era del colectivo… Difícil. De hecho, hubo toda una polémica porque estrenamos una semana después que Lightyear (MacLane, 2022) y los cines pusieron un anuncio en sus entradas diciendo que la película tenía contenido con ideología de género. Al final la controversia nos terminó perjudicando.

El cine en Perú y su futuro

La última pregunta de cada entrevista fue: ¿Cómo ves el panorama del cine peruano a día de hoy y cómo lo imaginas en un futuro? Estas fueron las respuestas.

Víctor César Ybazeta

El círculo de cine peruano es cerrado y pequeño. Pero que hayan destinado capital a propuestas más concretas ha hecho que para todos los que estamos en la periferia aparezcan espacios de producción. Arequipa tiene su propio festival. En Piura, donde vivo, se van a hacer dos primeros largometrajes, por ejemplo. Todas las personas que nos dedicamos al audiovisual en el Perú hemos visto en esta nueva organización la posibilidad de crear nuevos espacios donde antes no se podía por capital o por oportunidades. Por ejemplo, la piratería es muy importante en el Perú, si la entendemos como una posibilidad de acceso a la cultura en un lugar donde todo está carísimo y tener una educación es carísima. Creo que todo eso ha permitido que hagamos cine, que lleguemos a las salas y que veamos esa oportunidad desde las posibilidades que tenemos.

Leonardo Barbuy

Los fondos del Estado están ayudando mucho desde hace unos 15 años, lo cual es muy positivo. Aun así, es reducido el apoyo. Nosotros hemos tenido suerte de ganar el fondo de la Berlinale y ganar el fondo de Les Cinémas du Monde y el de Ibermedia. Sabemos que hemos tenido un privilegio y que la mayoría de proyectos no lo consiguen. Y ahora hay mucha incertidumbre porque políticamente estamos en un período muy difícil, con aires dictatoriales. Entonces las fuerzas más cercanas a la ultraderecha están teniendo bastante control en el país. Y ya sabemos cómo afecta eso a la cultura. El futuro es muy incierto. Sin embargo, siento que se está ganando interés internacional sobre el cine peruano, especialmente de la última década, más especialmente el vinculado a las temáticas sociales. Un cine de autor más responsable con la realidad. Creo que hay un movimiento importante. 

Alberto Castro Antezana

Lo bonito del cine peruano de estos últimos años es que se han diversificado las voces que cuentan historias. Hay muchas más mujeres haciendo cine. Hay más gente que no es de la capital haciendo cine, que era algo que nos estaba costando, porque el cine era muy de Lima. Y ahora tenemos películas de Puno, del norte del país, de Iquitos, de Pucallpa, de Cusco. En parte gracias a las ayudas del Estado, pero mucho de ese cine fuera de Lima ya se hacía antes de esas ayudas, y tenían dinámicas muy distintas, siempre a nivel local. Y ahora podemos verlo a nivel nacional. Pero lo más difícil es la distribución. Llegar al público. Sentir que en los distintos festivales fuera de mi país se agotaban las entradas y había bulla, pero que en mi propio país no por el conservadurismo. Esa es la parte más dura.

Enid “Pinky” Campos

En los últimos años hay muchas directoras mujeres y mucho material LGBTI. Se está moviendo, está en la agenda. Es muy importante. Pero ahorita estamos viviendo un momento muy crítico, también como reflejo de la crisis que tenemos en el Perú. Tenemos una crisis política muy fuerte, las desigualdades que hay ahorita y las diferencias parecen irreconciliables en este momento. Por eso mismo siento que el cine y la cultura están más relegados que en otras épocas. Igual tenemos un Ministerio de Cultura que está sobreviviendo y que sin él no tendríamos nada. Tenemos que seguir, así sea difícil. El cine es un espejo; trae reflexión, educación. Estamos en un estado de emergencia fuerte, pero tenemos que resistir. Esa es la palabra: resistir.

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