Esta semana se celebra Iberseries & Platino Industria, la cita internacional de la industria de las series de habla hispana. En la edición anterior, nos reunimos con Jaume Ripoll, cofundador de Filmin, para hablar de su catálogo, pero también de sueños frustrados o sus pasiones más allá del cine.
Filmin es la plataforma española de cine de autor por antonomasia. En los últimos años, ha apostado por producciones propias, como Autodefensa, el documental Terenci: La fabulación infinita o Selftape. Ripoll admite que le gustaría continuar o cerrar la trilogía de ficción hecha por mujeres reivindicadoras, aunque no necesariamente con cineastas en la rampa de los 20 años, sino con mujeres “jóvenes, ma non troppo“.
La plataforma funciona con un sistema de suscripción y alquiler de estrenos bajo demanda. Si bien años atrás prevalecía el alquiler como método de preferencia, tan propio de los videoclubs, con los años lo ha superado el formato suscripción. Ripoll señala que Filmin fue la primera plataforma de la Unión Europea en ofrecer servicios de alquiler en 2010. Este doble sistema permite aumentar el catálogo y, además, acercar películas de estreno a los espectadores a cambio de un pago extra.
Como no podría ser de otra manera, la mente de su socio fundador Jaume Ripoll es como un videoclub en persona. No en vano creció rodeado de las películas que había en los videoclubs de su padre. De hecho, su libro, titulado Videoclub: Las películas que cambiaron nuestra vida, es un homenaje a las joyas que aguardaban en los estantes a ser alquiladas.
De alguna forma, Filmin es su propio videoclub, aunque también tiene la costumbre de coleccionar DVDs. “En las diferentes mudanzas que hice me fui desprendido de ellos, regalándolos, vendiéndolos”, cuenta Ripoll. Ahora la cifra ronda entre los 200 o 300, y los ordena por editorial, aunque no tiene reproductor. Esa cantidad de películas es ínfima si se compara con los 4000 DVDs que afirma que llegó a tener.
Obra, no contenido
Jaume Ripoll está en contra de usar la palabra “contenido” como sinónimo de series y películas, “porque lo defines como un objeto y no como una obra”. Considera que es un término reduccionista: “Creo que el contenido está destinado a ser algo que llena espacios y no creo que una serie o una obra audiovisual deba expresarse así. Creo que ahí el lenguaje tiene las palabras pertinentes y cuando las hemos cambiado es porque hemos cambiado nuestra manera de relacionarnos”.
Se refiere al exacerbado consumismo que acompaña a las obras audiovisuales en una sociedad cada vez más glotona: “Esa idea de devorar, sin prestar atención. Volvamos a poner el foco, la mirada, en la película, el largometraje, el cortometraje, la serie, en lugar de contenido, y en que un entorno, el mercado o festival, sea a su vez un espacio de reflexión”, defiende. “Creo que es relevante también ponerlo en la mesa del debate e intentar que todos, programadores, escritores y productores, vuelvan para atrás y dejen de utilizar estas palabras que de alguna manera denigran aquello a lo que nos dedicamos”.
Esta labor puede parecer difícil cuando uno está tan dentro en la industria y no se puede obviar el aspecto comercial. Sin embargo, Ripoll afirma: “Yo soy un privilegiado trabajando donde trabajo y, por tanto, lo que tengo que hacer es honrar las obras que podemos ofrecer y hacerlo de la mejor manera posible, dedicarles tiempo, conocimiento”. Admite que se ha equivocado “muchísimas” veces por no prestar la atención que se merecían algunos directores. Recalca lo difícil que es dar una atención igualitaria: “Nos movemos con tal vorágine constante de estrenos que hace que sea muy difícil repartir la dedicación por igual”.
Ripoll, más allá del cine
La vida de Jaume Ripoll gira en torno al cine, pero también tiene otros placeres. Cuando no está hablando de cine, habla de comida o literatura. Su amor por los libros se traslada del mismo modo al catálogo de Filmin, que incluye numerosas adaptaciones de la página a la pantalla e incluso colecciones sobre la vida de escritoras. “Creo que la literatura tiene un papel bastante relevante en Filmin. Tenemos un ciclo de literatura”, dice Ripoll. De hecho, esa es parte de su imprenta: “En la literatura y el arte [en Filmin] se nota un poco que mi huella como director editorial está presente”.
Como casi todo amante del cine, quiso ser director de cine antes de darse por vencido por considerar que no tenía talento. Al preguntarle si el talento es algo inherente o desarrollable, reflexiona: “Hay una parte de talento innato, pero si no se labra, si no se trabaja, no va a ningún lado. Obviamente, el talento sin trabajo no es nada. El trabajo sin talento es algo“.
Por otro lado, consideró que ya había muchos directores en el mundo: “¿Qué iba a aportar yo a ese universo? Teniendo en cuenta la dificultad que tiene levantar el proyecto. Si fuera escribir un libro, pues a lo mejor un momento en un capricho puedo escribir un libro. Bueno, lo he escrito [el ya mencionado Videoclub: Las películas que cambiaron nuestra vida], pero en este caso es una petición de Penguin House”.
Según Ripoll, aunque “por voluntad propia podría escribir, en cambio, la película requiere mucho esfuerzo económico y mucho esfuerzo humano de mucha gente. Y si ya de antemano creo que hay gente más preparada para hacerlo antes que yo, pues creo que es más honesto por mi parte dejarles a ellos que lo hagan o que lo intenten”.
“De la desgracia surgió la fortuna de poder dedicarme a esta profesión de otra manera, en otra área, en otro ámbito, que es un ámbito en el que yo creo que tengo conocimiento que me permite tener el respaldo de aquellos que me pagan una nómina, porque las decisiones que uno puede tomar permiten que una plataforma como Filmin siga funcionando”, señala Ripoll.
Para todas las personas que están intentando adentrarse en la industria, Ripoll tiene un consejo: “Mucho trabajo y mucha pasión. Y lo que creo que siempre digo es más autocrítica y menos autodestrucción. La autocrítica es necesaria, la autodestrucción es problemática”.
Las breves
Para finalizar la entrevista, le lanzo una serie de preguntas más breves, a quemarropa:
Una banda sonora de una serie: “Eso es a traición. Once More, with Feeling, el capítulo musical de Buffy Cazavampiros“.
Número de películas que ve a la semana: doce o trece.
Cineastas emergentes que la gente debe conocer: “Invito a que entren en el Atlàntida Mallorca Film Fest, el nuevo talento que tenemos. Si digo uno, probablemente me olvida de tres. Filmin sí que es un buen compañero de viaje, un buen cómplice, para todos aquellos que empiezan y lo hacen con riesgo y cierto rigor”.