The Flash cierra una etapa inestable del DCU con altas dosis de epicidad e inquietud — Sin spoilers

Pequeña aclaración antes de comenzar: el valle inquietante es una hipótesis del campo de la robótica​ y la animación 3D que afirma que, cuando las réplicas antropomórficas se acercan demasiado a la apariencia del ser humano real, causan rechazo. Esta hipótesis empezó a usarse en el diseño de personajes humanoides en 3D en el año 2004, tras el estreno de la película infantil Polar Express (Robert Zemeckis, 2004). Para saber mucho más, recomiendo este vídeo de AriO, pero con esto creo que es suficiente para lo que nos atañe. Comencemos.

The Flash está dirigida por el argentino Andy Muschietti (Mamá, 2013; It, 2017), y escrita por Christina Hodson (Aves de presa, 2020) y Joby Harold (El ejército de los muertos, 2021). La protagonizan el innombrable Ezra Miller, los estupendos Sasha Calle, Michael Keaton, Ben Affleck y nuestra querida Maribel Verdú. En DC “el universo se expande”; como diría José Mota vestido de Blasa, “por avaricia y ansia de querer abarcar más”, como demuestran un sinfín de universos cinematográficos. No obstante, ocurre que hay películas dentro de estos universos que acaban siendo pequeños tesoros dignos de revisitar. Es el caso de Vengadores: Infinity War (Hnos. Russo, 2018), Aves de presa (C. Yan, 2020), Doctor Strange: Multiverso de la locura (S. Raimi, 2022), El Escuadrón Suicida (J. Gunn, 2021) o Guardianes de la Galaxia vol.3 (J. Gunn, 2023). El Flash de Muschietti anda a medio camino entre algo dignísimo y algo olvidable.

Fotograma de The Flash (2023).

Último baile de DCU tal y como lo conocemos

El Universo Cinematográfico de DC iba a la deriva tras el incesante y cargante bamboleo del SnyderVerse: El hombre de acero (2013), Batman v. Superman (2016) y La Liga de la Justicia (2021). Pero dejo este tema de conversación aparte, puesto que en Twitter es como un taladro constante entrando y saliendo de la cabeza. También tienen la culpa cintas que no llegaban a encontrar su estilo, queriendo copiar el del rival y resultando ser, dicho mal y pronto, un bodrio: Escuadrón Suicida (2016), Aquaman (2018), Shazam! (2019) o Wonder Woman: 1984 (2020). Así pues, este año entraron al mando creativo de la compañía Peter Safran y James Gunn, que ya ha demostrado ser uno de los mejores y más inteligentes directores del cine de superhéroes. Ambos ya han asegurado que las cosas van a cambiar y van a reiniciar el universo cinematográfico. Pero eso será en 2025.

A falta de los estrenos de Aquaman 2 y Wonder Woman 3, The Flash podría y debería considerarse ya un cierre a esta etapa anterior. Un cierre que defina lo poco equilibrado de su naturaleza. Para ello y como está en boca de todos hay que recurrir al multiverso, que es la forma menos elegante, pero más espectacular de atacar a la nostalgia, que es moda. Por ello —y esto no es un spoiler—, en esta cinta aparecen integrados en la aventura el Batman de Ben Affleck, el Batman de Michael Keaton y, de los mejores personajes de la película, una nueva Supergirl. Y me callo las posibles sorpresas que son, de lejos, café para muy cafeteros.

Andy Muschietti (izq.), póster de la película (cent.) y James Gunn (der.).

Efecto Polar Express

La película en sí es divertida y, a pesar de no encontrar el equilibrio entre sus virtudes y sus defectos, consigue enmudecer al público, hacer vibrar y, en general, consigue gustar. En términos de puesta en escena es difícil deducir el estilo de su director, aunque tiene mucho de It y de It. Capítulo 2 (2019). Sobre todo en movimientos de cámara muy locos dentro de escenas de acción que mezclan con fina rigurosidad lo práctico y lo digital. Sin embargo, aquí nos topamos con uno de los principales problemas. Si bien a veces ese CGI es indistinguible o, sencillamente, está bien integrado; todo lo relacionado con rostros, pieles, seres humanos… son bastante aborrecibles. Es como estar viendo la cinemática de un videojuego. Sucede algo con unos bebés al principio de la peli que, aunque gracioso, llega a ser de un bochorno ingestionable. 

Es una pena que lo único por lo que se recuerda a Polar Express es por ser la película con la que el público conoció la hipótesis del valle inquietante antes mencionada, porque no es para nada una mala película. The Flash es, de alguna manera, el Polar Express de este año, y no solo por los terroríficos VFX. Si Polar Express no diera tanto miedo cuando reparamos en la cara de cualquier personaje en pantalla, no nos distraeríamos de lo buena película de aventuras familiar que es; con sus más y sus menos, por supuesto. A The Flash le pasa un poco lo mismo. Hay momentos donde ese entorpecimiento visual nos distrae de lo divertida y lo épica que es. A la espera de que lo visto hasta ahora sea una versión a la que le falta renderizar, diremos que funciona como funciona She-Hulk (2022).

Fotograma de The Flash (2023).

Inestable, pero funciona

Las interpretaciones no están nada mal. Si quieres Ezra, toma dos tazas. Y quien destaca, a mi parecer, casi por encima de todos, es la joven Sasha Calle como Supergirl. Sale menos tiempo del que se merece en pantalla, pero cada aparición es recibida como agua de mayo. Resulta hipnótica. La que también sale poco aunque sus intervenciones son comedidas es Maribel Verdú. Que de ser la sobrina de La estanquera de Vallecas (Eloy de la Iglesia, 1987) ha acabado siendo la madre del superhéroe más veloz. En sí, es una película que no tiene miedo a reírse de sí misma y, a la vez, permitirse ser tierna cuando la ocasión lo merece. Aunque sus partes más emotivas acaben entrando porque no da más de sí el calzador. A pesar de su caos y poca estabilidad en su estructura interna, resulta eficaz y, sobre todo, entretenida.

Fotograma de The Flash (2023).

Conclusión

De todos modos, esta y otras películas mejores solo permiten que nos olvidemos por unos instantes del evidente agotamiento que hay con respecto a las películas de superhéroes en particular y con las franquicias en general. El estancamiento en la fórmula ha acabado cansando a entendidos y a desinteresados por igual. Quizá por eso, ya que aún nos queda fórmula para rato, excita tanto la idea de una renovación completa de una de las franquicias. Es más, si la comparamos con su contraparte en Marvel Spider-Man: No Way Home, de 2021—, aunque la de spidey sea más espectacular, esta es mejor película sin lugar a duda. A lo mejor, y solo a lo mejor, este es el camino. Que se vuelvan locos, por favor. Que se arriesguen.

The Flash es buenísima y malísima al mismo tiempo. Es ambiciosa, y gracias a esa ambición consigue cosas muy interesantes. Sin caer en el descontrol debido a la cantidad de personajes, sí que abusa demasiado de recursos estéticos y de CGI. Cae en el valle inquietante, no solo por su diseño 3D de humanos, sino también por su naturaleza. Quiere gustar y se nota; se intenta acercar tanto al público con su ambición y su avaricia que, a pesar de ser una película épica, también resulta inquietante. Y es que su ambición la eleva, mientras que su avaricia la desestabiliza. Aunque, sinceramente, si fuéramos Muschietti y nos dejaran jugar con todos los juguetes que quisiéramos, también lo haríamos. Por tanto, repito que The Flash debería ser considerado ya el cierre de esta montaña rusa que hasta ahora ha sido el DCU

Un pensamiento en “‘The Flash’: un épico valle inquietante

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