¿Alguna vez has notado un vacío al terminar una serie, una película o un libro? Aunque no suele prolongarse en el tiempo, esta sensación hacia algo que no hemos vivido es muy habitual.
La ficción nos permite evadirnos temporalmente de la rutina y salir de nuestra zona de confort para conocer diferentes actitudes y comportamientos del ser humano. De este modo, nuestra capacidad para empatizar con personajes e historias ajenas con las que podemos sentirnos o no identificados desata nuestro volcán de sentimientos y emociones. Cuando leemos un libro o vemos una serie que nos transporta a otra realidad, olvidamos que se trata de una ficción y nos imaginamos como parte de ese mundo. Pero ¿qué pasa cuando llegan los últimos minutos del audiovisual o la última página?
Al entregar nuestro tiempo a una historia que nos hace llorar, reír o, en resumen, emocionarnos, nos cuesta aceptar que ha llegado a su fin. No volverás a ser testigo de los diálogos entre los protagonistas ni de sus problemas o victorias. Y te sentirás vacío. Porque si has interiorizado la historia como parte de tu vida, no es fácil despedirse de ella, y menos si también debes aceptar el final argumental. Al fin y al cabo, podemos considerarlo una pérdida cultural: seguirá estando disponible, pero la experiencia de la primera vez nunca se repetirá. Aun así, hay muchas formas de superar este luto —o, al menos, convivir con él—.
Para ampliar: La fina línea entre realidad y ficción
Remedios contra la “resaca cultural”
El sentimiento de vacío depende del tiempo invertido, la implicación personal en la historia y el formato de la misma. No es lo mismo ver una película de una hora y media, una serie de tres temporadas o una saga de libros. Pero si algo tienen en común todas ellas es que puedes volver al principio cuando termines —o cuando quieras—. Aunque no será lo mismo, revivir la historia te permite conocer aspectos nuevos de la obra y volver a enamorarte de ella. Además, puedes invitar a tus amigos, familiares o pareja a verla juntos o leerla para comentar y desatar tu fanatismo.
En relación al formato, puedes investigar si la película o la serie está basada en un libro o viceversa. De esta manera, tienes la posibilidad de volver a disfrutar prácticamente desde cero de la historia. Da igual si el nivel de fidelidad entre los distintos medios es muy alto, pues el hecho de combinar vídeo y papel te abrirá otra puerta de emociones y descubrimientos, como echarte a llorar con la muerte de tu personaje favorito sin necesidad de que aparezca en pantalla; o ver en movimiento a los protagonistas que te habías imaginado en tu cabeza mientras leías el libro.
Si la obra que ha marcado tu vida no está adaptada, puedes conformarte con buscar información sobre ella. YouTube es un universo casi infinito de vídeos donde podrás encontrar reseñas, curiosidades o entrevistas alrededor del audiovisual o del libro. También tienes a tu disposición artículos y críticas en Internet, así como las redes sociales de la serie, del escritor o de los actores. La cantidad de contenido dependerá del éxito de la obra, pero siempre encontrarás a alguien que comparta tu resaca cultural. Incluso podrías animarte a crear el contenido que estás buscando.
Por supuesto, el capitalismo no es ajeno a todo esto. Seguro que la estantería de tu habitación tiene espacio para otro DVD, otro libro u otro funko. ¿Y qué me dices de las varitas de Harry Potter? Tu armario también espera con mucho gusto una camiseta del merchandising o cualquier otro accesorio. ¿Y las paredes? ¿Qué hacen vacías si puedes colgar un póster gigante? El consumismo nos genera falsas necesidades que pueden mitigar los efectos de una serie cancelada de Netflix —hablo de Sense8— o de cualquier obra cuyo final te rompa un poco por dentro. Si en tu caso no cabe la opción de comprar, comprar y comprar, enhorabuena. Si no tienes esa suerte, siempre puedes buscar minicaprichos de segunda mano.
Los cuatro remedios anteriores pretenden mantener tu atención hacia la película, serie o el libro para llenar ese vacío. Pero ¿y si lo único que quieres es olvidarte de la historia para salir del bucle? Entonces tienes dos opciones: buscar otra obra con un argumento parecido o totalmente diferente; o, simplemente, dejar pasar el tiempo. Los estudios, el trabajo, la familia, los amigos o las redes sociales conseguirán, tarde o temprano, que olvides lo mucho que echas de menos seguir pasando capítulos.
La sensación de que te falta algo al terminar una obra es temporal, pero la nostalgia y la admiración pueden ser eternas. En mi caso, la película que me robó el corazón es El laberinto del fauno. Cuando decidí poner el DVD que tenía en casa por primera vez, la última frase del narrador me conmovió —y sigue haciéndolo diez visionados después—. Durante este tiempo, he comprado el libro del guion, la adaptación literaria de Cornelia Funke y el funko del fauno. Además, hice un trabajo para la universidad del filme y me tatué su símbolo más representativo: una luna. Y tú, ¿en qué obra has estado pensado mientras leías este artículo?
3 comentarios en “Atrapado en una ficción”