El pasado 5 de abril Filmin estrenó In My Skin, una serie creada por Kayleigh Llewellyn y producida por BBC Three. La serie se centra en Bethan, una joven galesa de 16 años que trata de ocultar su turbulenta vida familiar a sus amigos. Aunque de primeras no pueda parecer una historia original, el producto final está cargado de personalidad.

Nominada al premio Bafta a la mejor serie del año, In My Skin es una aproximación excepcional a una adolescente de 16 años que lleva una doble vida: por un lado el instituto, donde debe mostrar su mejor cara y fingir ser quien no es; y por otro su casa, donde lidia con un padre alcohólico y agresivo y una madre que padece trastorno bipolar. Todos estos son elementos que hemos visto en distintas series adolescentes, pero esta producción consigue que todas las emociones trasciendan la pantalla y no seamos meros espectadores de otro drama juvenil más.

Es la serie perfecta para los que no tienen tiempo. Sus episodios duran media hora y cada temporada cuenta solo con cinco capítulos. Cada vez buscamos con más frecuencia formatos de consumo rápido para cuando tenemos hueco en nuestras frenéticas vidas, así que su corta duración es un punto a favor para darle una oportunidad a esta serie.

Fotograma de In My Skin. (Filmin)

Un elenco de sobresaliente

In My Skin es una serie dura, que escarba en lo más profundo de sus personajes y produce una sensación de angustia e impotencia en varios de sus capítulos. Si el guion funciona tan bien es, en parte, por las actuaciones de sus protagonistas. La que se echa a la espalda la responsabilidad de que Bethan sea un personaje creíble y con el que empatizar es Gabrielle Creevy. Puede que el espectador no comparta la mayoría de decisiones que toma, pues sabemos que mentir y ocultar a su familia solo le traerá más problemas. Sin embargo, entendemos por qué toma esas decisiones y los motivos que la mueven a seguir fingiendo.

Esta historia necesita un padre y una madre verosímiles dentro de sus extremos comportamientos. Jo Hartley nos rompe el corazón con su papel de madre y borda la complejidad que envuelve a su personaje; en ningún momento su enfermedad mental resulta sobreactuada. Rhodri Meilir como padre consigue convertirse en un personaje odioso, que nos llena de rabia y, al mismo tiempo, nos asusta. Ambos se comen la pantalla cada vez que salen.

Fotograma de In My Skin. (Filmin)

Una montaña rusa de emociones

La serie aborda la amistad, el primer amor, las relaciones familiares, la sensación de soledad, los temores adolescentes, las violaciones y la ocultación de la realidad. Se ancla en el coming of age más clásico, pero brilla por su propia personalidad y una mirada oscuramente cómica pese a los temas que trata. Toda la serie es una montaña rusa de sentimientos que conoce cuándo es el mejor momento para conmover al espectador y cuándo le toca reírse con las inquietudes y ocurrencias de los adolescentes.

Conforme avancen los episodios, el espectador se percatará de una trama mucho más oscura y profunda, con una evolución de los personajes que lo dejará satisfecho. El arco del personaje principal está bien construido y los secundarios ocupan los minutos de pantalla necesarios para su desarrollo, teniendo en cuenta la corta duración de la serie.

Es una producción que juega muy bien sus cartas y se luce en el lenguaje audiovisual. Las miradas de Bethan a cámara rompiendo la cuarta pared en ocasiones junto con sus pensamientos en voz en off son recursos muy bien empleados. De todo esto nace In My Skin, un coming of age con diálogos inteligentes y personajes que maduran con la historia. Así es como se hace una joya dentro de un género tan trillado.

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