Una antihistoria de amor con personajes desnudos física y emocionalmente

Este viernes se estrena en España Tregua(s), ópera prima en el largometraje del director Mario Hernández. Se trata de un romance conversacional que transita la comedia y el drama con naturalidad y cinismo. Protagonizado por Salva Reina (Allí Abajo, 2015; Adiós, 2019; Con quién viajas, 2021) y Bruna Cusí (Verano 1993, 2017; La reina de los lagartos, 2019; El fantástico caso del Golem, 2023).

Escrita por el propio Mario y producida por Salva con La Cochera Films, nos hace asomarnos a la vida de sus protagonistas Ara y Edu, un día en el que se encuentran durante un festival de cine después de un año sin verse. Ellos son amantes desde hace una década y, al margen de sus relaciones “oficiales”, siempre encuentran un momento para estar juntos; un oasis en sus vidas.

Discordia ha tenido la oportunidad de entrevistar al guionista y director de la película Mario Hernández, y a uno de sus protagonistas y productor, Salva Reina, mediante una entrevista desenfadada y llena de risas.

Pregunta: ¿Cómo estáis? ¿Qué tal?

Salva: Muy bien, muy contento e ilusionado con que llegue el momento de que la gente vea la peli.

Mario: Muy bien. ¿Y tú cómo estás?

Aarón: Estupendamente.

P: La presentasteis en el Festival de Málaga y la rodasteis en Málaga, ¿verdad? ¿Cómo la recibió el público malagueño durante el festival?

S: El público de Málaga, está feo que yo lo diga, es maravilloso. Es un público especial, el festival está cogiendo unas dimensiones increíbles. Es un público entendido. Recibimos mucho cariño con la película. Para mí fue muy bonito, como malagueño que soy, estar en un festival de mi tierra y poder ir con un proyecto a Sección Oficial, pues imagínate; maravilloso. 

M: Creo que a cualquier ciudad le gusta verse en una película. Que ya se ha roto un poco eso de que todas las películas españolas transcurran en Madrid o en Barcelona. Esto está más abierto, afortunadamente. Se están viendo más colores, más acentos…

S: Más historias diferentes…

M: Claro. Málaga, además, como ciudad, estaba muy ligada a Tregua(s) desde el principio porque ahí presentamos el proyecto dos ediciones antes. Así que, llevarla completa, rodada allí, fue como cerrar un ciclo y una manera de agradecer al festival, a la gente implicada de la ciudad, a las instituciones, por portarse con nosotros de maravilla. Y que es una ciudad preciosa donde rodar.

Para ampliar, échale un vistazo a nuestros artículos acerca del Festival de Málaga

Cartel de la película y fotografía del director Mario Hernández.

P: Habláis de la pluralidad de acentos que hay ahora en el cine y me pregunto: ¿cómo veis a día de hoy la industria del cine español? ¿Es acogedora?

S: Creo que está creciendo. Que está transformándose. En mi opinión, siempre se han hecho cosas de calidad, pero cada vez hay proyectos más grandes e internacionales. Que aún queda mucho por hacer, pero bueno, yo la veo con buena salud. Progresa adecuadamente [risas].

M: El modelo ha cambiado con el sistema de plataformas. El cine español ha roto esa obligatoriedad de estar en Madrid y Barcelona como grandes urbes. Ha roto también fronteras en ese sentido. La casa de papel (2017-2021) es el ejemplo perfecto. Ha abierto el camino a todo lo demás. La lengua no es ya un problema. Las historias son universales. Lo raro es que haya tardado tanto [en abrirse]. Aquí Vivir (1952) de Kurosawa te toca el corazón, y parece que una historia nuestra no va a funcionar fuera; y ¿por qué no? Si habla de cosas auténticas…

P: ¿Cómo surge el proyecto de Tregua(s)?

M: Yo llevaba tiempo queriendo escribir un largometraje, después de cuatro cortos y muchos años haciendo teatro. El salto al largo era algo que eventualmente tenía que pasar. Una noche, Salva cometió la temeridad de decirme que quería empezar a producir y ahí estaba yo [risas].

P: Salva, ¿qué te atrajo del proyecto?

S: Sobre todo, el ser una historia que te la llevas a casa y te remueve, te interroga, te hace plantearte cosas. Es una historia atemporal y universal, dirigida a una generación de la cual yo me siento partícipe, aunque me paso un poquito de años [risas]. Y luego el poder ir de la mano de un amigo para intentar levantar su ópera prima también me parecía un reto muy bonito.

Fotograma de Tregua(s).

P: Desde el punto de vista de la construcción de personaje, los protagonistas son personajes muy honestos, no sinceros, pero sí honestos…

M: ¡Eso es muy bonito! Te lo voy a quitar, lo voy a usar [risas].

P: Imagino que para hacer personajes tan reales hay que llevar a cabo un proceso muy concreto, desde la dirección y desde la interpretación.

S: Sí, lo que dices, es un trabajo con el director, que tenemos la suerte de que sea el guionista, lo cual nos ha podido permitir buscar esa naturalidad, esa frescura, esa honestidad. A lo mejor, modificar algunas cosas. Él ha estado muy abierto, muy permeable a todos esos cambios que le proponíamos. Y sobre todo ayudó trabajar mucho con él, tanto en ensayo como en charlas acerca de cómo vemos los personajes. Y creo que otra de las claves ha sido crear el vínculo de esta “antipareja”, crear esta relación. Era fundamental. Creo que la relación es casi más importante que tu propio personaje

M: Creo que hay un pacto no hablado entre Salva y Bruna [Cusí] para conmigo, un pacto de honestidad de algo que te pide el guion. El guion ya le pide a los intérpretes abrirse en canal, ser de verdad, una naturalidad que es puro realismo. En el momento en que un intérprete te dice: “yo me abro en canal y voy a hacer este personaje con todas las sombras que tiene, con todas las aristas, toda la mierda, con perdón”, te devuelve esa honestidad, te dice lo que no entiende o lo que no termina de ver. Y eso es algo que agradezco del trabajo de Salva y de Bruna. 

Fotograma de Tregua(s).

P: Con esto entiendo que los diálogos tienen tanto de guion como de interpretación. Diálogos que van mutando durante el proceso y en los ensayos, imagino. Y, además, está la decisión de puesta en escena de rodar secuencias largas de conversaciones, porque otra cosa no, pero hablar… Se habla un rato [risas]. ¿De dónde nace esa decisión de tirar escenas tan largas abarcando toda la conversación, con errores y retomando, pisándose, trabándose, etc.?

S: Esta pregunta le interesa mucho al pertiguista [risas].

M: Creo que viene de lo que hablábamos antes, de la necesidad de ser honestos. Sí que estaba planteado rodar tomas largas, a mí me gusta mucho esa puesta en escena porque creo que ayuda, favorece y potencia la verdad de la escena. En el momento que tú cortas —que es puro lenguaje cinematográfico, pero bueno— ya estás alterando la realidad. Yo quiero que el espectador se sienta agarrado por la realidad, tengo que ser sincero y plantearla así. Y, en ese sentido, necesitas dos intérpretes de este talento y esta capacidad y con este sentido del riesgo. Porque da bastante vértigo no ser ayudado por el montaje. Hay planos de seis minutos que no queríamos cortar porque parte del equipo de la película estábamos viendo la película. Se creaba algo mágico viéndolos. Era fascinante. 

S: Con respecto a los diálogos, yo creo que no hay tanta improvisación como parece, que creo que es el reto bonito. La hay, hay impro, porque hay momentos que tú mismo has notado, nos trabamos pero seguimos y es parte de la naturalidad. Pero no hay tanta impro. 

M: Yo siempre diré que no, porque me hace quedar bien como guionista [risas]. Pero es cierto que esa verdad y esa naturalidad está al alcance de muy pocos intérpretes. Y uno lo va a disfrutar porque son dos personas discutiendo y sintiendo cosas de verdad. Y creo que es lo más importante, que la obra te agarre. Porque la verdad te agarra. 

S: Bueno, pues yo me voy a llorar [risas].

Fotograma de Tregua(s).

P: Hablando de esa verdad, Salva, tu personaje tiene sus claroscuros. Y eso se somete al juicio individual de cada espectador. ¿Tú, para convivir con el personaje, lo has llegado a juzgar en algún momento?

S: No puedes. Si lo juzgas, al final no entras en la historia. Creo que Edu sí que se juzga a sí mismo, pero si entramos en que Salva juzgue a Edu, al final se notaría y perderíamos honestidad. Hay que separarse y ser respetuoso con el personaje y con el guion. Cuando lo veía decía: “Buff, me van a odiar todas las señoras” [risas]. Pero es parte de la historia y es lo bonito de este trabajo.

P: Mario, supongo que te habrán comentado mucho que Tregua(s) respira un aire muy de la trilogía Antes del amanecer de Linklater. Pero ¿qué otras referencias hay en cuanto a guion y en términos de puesta en escena?

M: La trilogía de Linklater me la han mencionado más de lo que esperaba. Creo que la trilogía de Linklater es, sobre todo la primera, muy romántica. Y esta es muy cínica. Se parece un poco más a la tercera, si acaso. Para mí, un referente claro es En la cama (2005) de Matías Bize. Aunque aquí en España es más conocido el remake de Julio Médem Habitación en Roma (2010). Es una película que vi hace muchos años en un videoclub en el que trabajaba en Alicante, y me atrapó porque era verdad todo el rato. Eran dos personajes desnudos física y mentalmente, en una habitación. Era muy voyeur, muy de verdad, como algo prohibido

Fotograma de Tregua(s).

P: ¿Cuál fue para ambos el mayor reto a superar durante la producción? 

M: El catering [risas].

S: Durante el rodaje, lo que hablamos: el darle credibilidad a los personajes y a la relación. Porque Bruna y yo no nos conocíamos de nada. No tienes por qué ser amigo de las personas con las que trabajas, pero es cierto que si tuvieras cierta amistad sabrías sus formas y por dónde va a tirar. Pero con Bruna nunca había coincidido ni personal ni profesionalmente. Generar ese vínculo y esa conexión, esos diez años… Generar esa química quizá fue uno de los retos más grandes para mí.

M: Para mí, creo que, sobre todo, el tono de la película. Recuerdo que en las primeras versiones del guion era una película más seria. Muy Stockholm (Sorogoyen, 2013) sin el thriller, aunque más 10.000 KM (Marqués-Marcet, 2014). Algo más templado. Pero fue empezando a trabajar en la película, viendo la personalidad de Bruna y la de Salva, y viendo cómo de alguna manera milagrosa encajaban y había química, cuando surgió encontrar el tono. La película no es una comedia, pero tampoco es un drama. Y comedia dramática tampoco me funciona para definirla. Pero creo que eso es lo interesante. Siempre en busca de la verdad.

S: Claro. En aras de esa verdad, la vida es así. Recuerdo que hablábamos después de las primeras lecturas que tienen que ser personas que se lo pasen bien. No creo que queden diez años si solo hay filosofía y sexo. Creo que tiene que haber risa, torpeza, malestar, discusión. Ahí se busca la realidad.

Fotograma de Tregua(s).

P: Para acabar, ¿qué le diríais a la gente para que fuera a ver esta antihistoria de amor, este casi romance que es Tregua(s)?

S: Mmm… No vengáis [risas]. No quiero ahora, imagínate, quince millones de euros en taquilla… ¡Quita, quita, quita!

M: La psicología inversa a veces funciona muy bien. Pero no te arriesgues tampoco [risas].

S: Nah, es una peli que te puede parecer que a lo mejor ya la has visto, pero estoy seguro que te llevará a algunos terrenos que te van a sorprender. Te va a divertir, te va a interrogar. Como digo, te la llevas a casa.

M: Sí, creo que es eso. Al fin y al cabo, las historias que gustan son las que entretienen. Las que te hacen pasar un rato agradable. Que te entretienen y te las llevas, sí. Se queda contigo, te hace preguntas. La película puede ser conversaciones que el espectador ha tenido, o quiere tener, o no sabía que necesitaba tener.

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