La ópera prima de Itsaso Arana es un libro de reflexiones que abraza al espectador

Un cuento de verano sobre la convivencia entre cuatro actrices y una escritora que ensayan una obra de teatro en un antiguo molino, apartado del mundo. Durante esos días de ensayo, las chicas se irán conociendo y midiendo a través de los materiales que plantea la obra, y aportarán sus propias vivencias alrededor de los temas de sus personajes. Itsaso Arana escribe, dirige e interpreta un personaje en esta, su ópera prima. Con Bárbara Lennie, Irene Escolar, Itziar Manero, Helena Ezquerro y Gonzalo Herrero en el cartel. Producida por Jonás Trueba y Javier Lafuente, y con Sara Gallego como directora de fotografía. Se llevó la Mención Especial del Jurado en el AMFF2023. Se estrena el viernes 25 de agosto en cines.

Cartel y fotograma de Las chicas están bien (2023).

La complejidad de la cinta: actrices y guion

Antes de nada, lo que primero llama la atención del filme es su maravilloso reparto. Las actrices, haciendo en parte de sí mismas y en parte del personaje —con límites muy difíciles de determinar—, se integran a la perfección en una historia que roza lo documental a través de lo contemplativo. Son amigas y se nota en el resultado de sus actuaciones, en cómo se miran, en cómo se hablan. Y las que no se conocen tanto acaban por salir de la cinta con más confianza y más intimidad que al principio, habiendo vivido. Está esto tan bien reflejado que transmite una verdad sólo comparable a la que puede mostrarse en un documental. Además, hacia el final, mediante sus interpretaciones, nos acercamos a una ficción —que no deja de ser realidad— muy en la línea de Seis personajes en busca de autor (1921), de Luigi Pirandello, con los personajes/actrices hablando con su creadora/autora. 

Por otra parte, la complejidad del guion no reside en su estructura ni en la fuerza de sus momentos. Siendo tan literario, su complejidad está en su atractivo visual. No hay un detonante ni un giro en mitad del segundo acto ni una revelación que nos conduzca a un clímax. Tan solo hay fragmentos de una convivencia, fragmentos de conversaciones, fragmentos de ideas. Y ahí está su fuerza, en que es puramente literario por ser puramente evocador. Es tan conversacional que sería un gran libro. Pero, por si fuera poco, está muy bien trasladado a imágenes —con ópticas por lo general abiertas, secuencias con pocos planos, paneos muy elegantes—. Cuenta también con una estética que mezcla el clasicismo con un naturalismo moderno de manera muy orgánica. Lo cual hace de la película una obra muy, muy bella.

Fotograma de Las chicas están bien (2023).

Un espacio propio

Remarcaba antes la literalidad de la cinta y lo vuelvo a mencionar puesto que Las chicas están bien es como leer un libro de reflexiones acerca de los cuentos, la muerte, el amor romántico, la amistad, la maternidad o la labor de la interpretación. La propia Itsaso Arana se refiere a la cinta como: “Una película sobre la camaradería y la reconciliación entre mujeres. […] hay una reapropiación de los cuentos clásicos para ver cómo resisten a nuestros cuerpos. Es una película creada desde la convicción profunda de que hacer cine es hacer avanzar la propia vida”. 

Resuena en la esencia del filme aquello que señalaba Virginia Woolf en Una habitación propia (1929) sobre que una mujer ha de tener dinero, una educación y una habitación propia para desarrollar su ingenio. Ya que las mujeres de esta película se benefician de un espacio propio para ya no sólo desarrollar su obra y su arte, sino que también para desarrollarse vital, mental y emocionalmente. Amigas que reflexionan entre ellas, poniendo ideas en común y cuidándose las unas a las otras. Se convierte en un refugio emocional e intelectual para el espectador y, al mismo tiempo, en un abrazo. 

Fotograma de Las chicas están bien (2023).

Un último detalle

Pero si hay un motivo por el que esta película abraza fuerte al espectador es por lo siguiente: la importancia de la buena amistad. La amistad, como se refleja a la perfección en esta peli, no es simplemente ser amigas. Es alegrarse por tus amigas y compañeras, festejar sus logros como propios, luchar por tener una relación personal y de trabajo sanas, y ofrecer un espacio para el diálogo y la escucha activa. La amistad es acompañar y evolucionar juntas, con límites, lugares comunes y espacios seguros. Cuando uno entra en la cinta y entiende que así son las dinámicas que tienen los personajes, no solo entre ellas, sino que también con uno mismo como espectador, siente entonces el calor del abrazo más necesario. Esta sí que tenéis que ir a verla.

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