Esto no es una evasión
Parece que hace falta recordar que la mayoría de lo que vemos en redes sociales es mentira. Los selfies que vemos son los escogidos de una tanda de más de 20 intentos, las fotos de las parejas están falseadas para dar envidia y la comida que vemos en los platos de la gente suele tener mejor aspecto que sabor. Este fenómeno es más evidente si piensas que la gran mayoría de la gente piensa lo mismo que tú a la hora de publicar: “¿Va a gustar?”,”¿Tendré likes?”,”¿Me comentará la persona por la que estoy publicando esto?” Mientras lo subes a tus redes sociales, no lo estás disfrutando.
15 fotos después, un instastorie superaesthetic (Gustavo Fring)
Las redes sociales son una forma de falsa evasión. Siempre lo han sido. El aburrimiento y el sufrimiento son la kriptonita de los adictos a las pantallas. Encuentran consuelo en estas superficies, un calmante que les permite poner en segundo plano sus problemas. “Igual si veo vídeos de gatitos me siento mejor”, y 3 horas después solo sientes la culpa por haber desperdiciado el día: un sentimiento muy propio de una mentalidad capitalista donde el valor del tiempo y de uno mismo reside en la productividad.
Opuesta a la evasión, pero que perjudica del mismo modo, encontramos la obsesión: meterte diariamente en el perfil de tu ex tras la ruptura, estar constantemente comparándote con la gente a la que sigues y aparentando algo que no eres para que otros se comparen contigo. Lo mires por donde lo mires, es nocivo
Estamos acostumbrados a saber cómo está la gente según lo que ha publicado. Si llevamos semanas sin ver publicaciones de alguien, nos preocupamos; si no paramos de ver contenido suyo, asumimos que se encuentra bien. Esto es una sensación falsa, e incluso llega a suceder a la inversa: la gente comparte publicaciones en sus perfiles para no tener que estar pensando en cómo se siente y lo que verdaderamente necesita.
Evitar enfrentarse a las emociones es lo más cómodo. Eludimos así la frustración, el enfado y la tristeza. “No quiero estudiar porque tengo miedo a suspender”, así que te pasarás el día entre pantallas tratando de distraerte del miedo y la culpa por no estar haciendo lo que sientes que deberías. Estas emociones solo se incrementarán una vez despegues los ojos del móvil antes de ir a cenar. “No sé por qué estoy triste”, pero en vez de pensar qué puede haberte llevado a ese estado, prefieres publicar sobre ello a la espera de una respuesta que pueda aplacar una tristeza desconocida. Es más fácil llamar la atención de la gente para no tener que prestarte atención a ti mismo.
De vuelta a la rutina…
El confinamiento ha alterado los comportamientos de la gran mayoría de la población y no solo en temas de salud física, sino mental también. Si el tiempo antes podía dividirse en comidas, paseos, eventos sociales, citas, trabajo y descanso, la cuarentena ha obligado a la gente a sumirse en las pantallas para dejar el tiempo pasar entre las series, el teletrabajo y las videollamadas con amigos.
¿Qué tan horrible sería pasar un día entero sin estar atento a los correos electrónicos, mensajes y llamadas? Quizá no sea para tanto, a menos que no sepas qué hacer con tu tiempo o contigo mismo. La cuarentena ha fomentado la hiperproductividad. Nos ha hecho pensar que es obligatorio estar haciendo, creando o difundiendo cosas para sentir que estás haciendo algo válido con tu tiempo. Por suerte, esto ya se ha acabado y aquellos que a) no han publicado un libro en la cuarentena, b) no han formado un negocio en su casa y c) no han hecho 17 recetas de postres pueden volver a estar tranquilos sin sentirse juzgados.
¡Pero aquí no estamos para juzgar a los que sí han hecho cosas! Bueno, solo un poco, porque la alternativa deja mucho que desear también: aquellos que han dejado sus días pasar entre innumerables directos de Instagram, quedándose casi toda la noche viendo memes en Twitter o envidiando la forma en que otros lidian con la soledad, la frustración y la impotencia en Instagram.
Uno reto post-cuarentena sin redes sociales
A principios de mes os recomendamos un reto para desapegarse a las pantallas. Hoy ya estamos a mediados de mes y lo queremos traer de vuelta para quien no se haya unido. ¿Podrás cumplir los retos de las últimas dos semanas?
3 comentarios en “Las redes sociales: el remedio mil veces peor que la enfermedad”