Les Luthiers es el grupo que demostró que la comedia y la música pueden triunfar en las tablas del teatro

En 2018, en una entrevista en Late motiv, Eva Hache dijo que lo máximo para un humorista sería empezar un chiste y que el público lo acabara, como una estrella del rock con las canciones. Pues existe —aún hoy y desde hace varias décadas—, un grupo de cómicos que lo consiguieron, los más que famosos Les Luthiers. Pero antes de llegar a eso, a que miles de personas griten el remate de un chiste como si cantaran Thunderstruck, hay que explicar qué es Les Luthiers. Les Luthiers es una agrupación de cómicos y músicos argentinos que se formó a finales de los años 60 y que siguen en activo. 

Advertencia antes de comenzar: esta agrupación lleva haciendo humor desde los años 60, por lo que a lo largo de su carrera, visto desde el ahora más reciente —nunca mejor dicho—, hay chistes del todo desafortunados; pocos, pero los hay. Sí, han hecho humor homófobo, machista e inapropiado, pero cómo no iba a ser así si han sido cinco señores blancos heterosexuales desde los 60 hasta el presente. Es normal, pero afortunadamente no es lo que define su carrera. Aun así, no está de más alentar a ver sus shows antiguos teniendo en cuenta el contexto.

Los integrantes de Les Luthiers de 1971 a 1973.

Historia del grupo: ¿por qué luthiers?

Les Luthiers nació en el Coro de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires en el año 1967 de la mano de su fundador Gerardo Masana, quien falleció en noviembre del 1973, dejando al grupo en su cuarta formación, la segunda más longeva. Junto al fundador, que fue músico y humorista, los primeros integrantes fueron Marcos Mundstock (1942-2020), Daniel Rabinovich (1943-2015) y Jorge Maronna —uno de los integrantes originales que continúa en el grupo—. En 1969 se unió Carlos Núñez Cortés —que abandonó la agrupación en 2017—, en 1971 se unen Carlos López Puccio —otro que continúa a día de hoy en el grupo— y Erneso Acher —que lo abandonó en 1986—. Tras la salida de Acher, el grupo de cinco —Mundstock, Rabinovich, Maronna, Cortés y Puccio— ha sido la formación más longeva, desde 1986 hasta 2015, y la más memorable.

Comenzó siendo un elitista proyecto universitario que traspasó las aulas para acercarse al público y convertirse en una agrupación que buscaba parodiar desde el respeto a músicos renacentistas. Su primer nombre fue I Musicisti, y los antes nombrados compartían escenario con más gente, pero en el 1967 se separaron estos mismos y formaron Les Luthiers. Pero ¿por qué luthiers? Un luthier —o lutier— es una persona que crea, arregla y ajusta instrumentos, por lo general de cuerda. El nombre de este conjunto viene dado porque ellos crean sus propios instrumentos. A estos instrumentos creados por ellos mismos los llaman instrumentos informales, cuya lista actualmente cuenta con casi 40 instrumentos, de los que han usado sobre todo 20. Algunos de ellos son: la violata, el contrachitarrone da gamba, el bass-pipe a vara, el tubófono silicónico cromático o la manguelódica pneumática.

Algunos instrumentos informales.

Luthiers: la inagotable sonrisa de la tragedia

Ernesto Acher es humorista, compositor y director de orquesta. Además, también ha sido profesor universitario y ha participado en shows grupales y propios, como su programa de radio Los rincones de Acher. A día de hoy, sigue manteniendo en secreto el motivo de su retirada del grupo. Jorge Maronna es cantautor, humorista, guitarrista y compositor italiano-argentino, también es escritor de seis libros de humor. Fuera de Les Luthiers, ha destacado como letrista para otros cantantes y compositor de música para obras de teatro como Yerma, de Federico García Lorca. Carlos López Puccio es el característico multinstrumentalista canoso del grupo. Es humorista y, sobre todo, director de orquesta y coros. Es más, es el fundador y director del Estudio Coral de Buenos Aires. De hecho, es un muy reconocido director orquestal en toda Latinoamérica, con grandes trabajos a sus espaldas como La traviata de Verdi.

Estos tres integrantes se mueven la mayoría de veces en papeles menores dentro de los espectáculos de Les Luthiers. Protagonizan algún segmento que otro, pero siempre suelen estar en un más que gracioso segundo plano. Son los encargados de estar, literalmente. Y luego están los otros tres, que se reparten más el protagonismo. Mundstock, el 90% de las ocasiones, como narrador y presentador, además de papeles antagónicos, protagónicos o secundarios indistintamente. Rabinovich como la representación más fiel del “cuñado”. La mayoría de sus personajes fueron “tontos” o “inocentes”, pero siempre bastante torpes. Y estos dos, Mundstock y Rabinovich, tenían una química en el escenario insuperable. Sus escenas juntos son, de lejos, las más graciosas y recordadas. Sus diálogos, los más hilarantes. Esta manera tan mágica de trabajar la podemos observar en el fragmento Esther Píscore en sus dos versiones, la moderna y la primera.

De izq. a der.: Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés, Carlos López Puccio, Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich.

Retomando, Marcos Mundstock fue humorista, locutor, cantante, escritor y actor. Fue el miembro de Les Luthiers que más años estuvo en el grupo, nada más y nada menos que 50 años seguidos. Entre los pocos instrumentos que tocaba, se hallaban el triángulo, los platillos o el bombo. Cantaba poco. En realidad, su labor era más de presentador y de escritor. De su pluma, junto a la del fundador Gerardo Masana, nació Johann Sebastian Mastropiero, de quien se hablará más adelante. Además, actuó en algunas producciones cinematográficas. Por su parte, Daniel Rabinovich fue humorista, músico y actor, pero también fue piloto y escribano público. Entre los fans de Les Luthiers se le recuerda como el miembro más querido de la agrupación. El más gracioso. El alma de Les Luthiers. A lo largo de su vida, también fue reconocido como escritor, llegando a publicar dos libros de relatos.

Por último, el tercero que también solía ser bastante protagonista, Carlos Núñez Cortés. Pianista profesional, cantante, compositor, humorista, escritor e investigador, fue el culo inquieto del grupo. Compuso la mayoría de las obras del grupo, es el que más instrumentos informales diseñó y el que tuvo la brillante idea de grabar los shows. Gracias a él, Les Luthiers ha llegado hasta nuestros días. Abandonó paulatinamente el conjunto tras la muerte de su compañero Rabinovich, puesto que afirmaba que con él se fue el alma de Les Luthiers. Tiene tantas inquietudes que ha llegado a publicar un libro sobre malacología llamado 100 caracoles argentinos (1997). También publicó el libro Los juegos de Mastropiero (2007), donde sacaba a la luz los juegos y mecanismos lingüísticos usados por Les Luthiers. Y, por si fuera poco, escribió una famosa autobiografía: Memorias de un luthier (2017). 

Música: en la variedad está el gusto

Para abordar la extensa obra de Les Luthiers, hay que hablar de Johann Sebastian Mastropiero. Mastropiero es un personaje ficticio creado por Mundstock y Masana, y que es el leitmotiv de muchos shows musicales del grupo. Es un personaje que parodia la figura de Johann Sebastian Bach, siendo un compositor musical de vida disoluta y con capacidades musicales, aunque extensas, bastante cuestionables. Este personaje funciona en muchas ocasiones como eje de algunos espectáculos. Con la excusa de Mastropiero, se permiten hacer música de géneros muy variados. Abarcan, cómo no, música de cámara (Entreteniciencia familiar), pero también se han atrevido con tango (Por qué te fuiste), music hall (Lazy Daisy), bossa nova (Amor a primera vista), boleros (Perdónala), ópera (La hija de Escipión), samba (Añoralgias), canto gregoriano (Educación Sexual Moderna), hip hop (Los jóvenes de hoy en día), entre otros muchísimos géneros.

Foto del espectáculo Lutherapia, de 2009.

Humor: Keatons y retruécanos

Adrián Lakerman, en su podcast sobre humor en una entrevista a Carlos Núñez Cortés, puntualizó que el humor no es prestigioso, salvo cuando se habla de Les Luthiers. A lo que el ex-luthier expresó su deseo de usar la palabra prestigio con cuidado y afirmó que no sabía diferenciar entre humor de primera y humor de segunda. Y que el conjunto siempre había mezclado las características que diferencian ambos supuestos tipos de humor. Puso un ejemplo fantástico sentenciando que no es lo mismo decir solo “hijo de puta” que cantar “hijo de puta” a cuatro voces en un coral. El ejemplo es excelente porque muestra la mezcla que hace grande a Les Luthiers: lo gracioso —depende del contexto— con el formalismo y la elegancia del mundillo de la música.

Los temas con los que hacen y siempre han hecho humor son del todo variados, como los géneros musicales. Podemos encontrar, entre los más recurrentes: amor (Serenata tímida), desamor (Ya no te amo Raúl), época medieval (San Ictícola de los Peces), religión (Los milagros de San Dádivo), política (Vote a Ortega), cine (El asesino misterioso) y, cómo no, música, entre muchos otros. Y hay que añadir que el humor que puedan generar con estos temas los unen a ciertas formas de sacar risa más convencionales en el apartado interpretativo. Por ejemplo: el mimo (Quien conociera a María amaría a María), el slapstick (Pepper Clemens sent the messenger), cine mudo (Kathy, la reina del saloon), batallas (Payada de la vaca) o sketches enteros (El poeta y el eco). Todo con una puesta en escena completamente teatral

Y, por si fuera poco, también hacen uso de artilugios del lenguaje: metátesis, oxímoron, calambures, anacronismos, dobles sentidos (El sendero de Warren Sánchez), retruécanos (la introducción a Los jóvenes de hoy en día), falsos derivados (parte de la versión moderna de Esther Píscore), paronomasias (las partes de Rabinovich en Esther Píscore), choques idiomáticos (Les nuits de Paris) o lapsus linguae (Monólogo mal leído). Todo esto aparece en el libro Los juegos de Mastropiero, de Carlos Núñez Cortés. En el libro también vienen incluidos muchos juegos para que el lector se atreva a realizar y sentirse un luthier. En resumen, si hubiera que resumir brevemente las referencias clave del humor de Les Luthier, tendría que decir: Buster Keaton, Charles Chaplin, los hermanos Marx y Woody Allen. Todos ellos mezclados con música y juegos de palabras.

Decaída y legado, como estrellas del rock

Al principio del presente artículo, se compara a Les Luthiers con estrellas del rock. Esto viene dado por un momento importante en la carrera de la agrupación. En 2007, Les Luthiers cumplió 40 años en los escenarios y lo celebró con una gran gira, cuyo broche final fue en un recital gratuito ante 150.000 personas. Ocurrió de todo en aquel recital —que se puede ver en YouTube—, pero rescato un par de momentos en los que realmente eran estrellas. Uno de ellos es en El sendero de Warren Sánchez, cuando, en un momento de risas generado por Rabinovich, el público encadena la risa con cantarle al mismo luthier el cumpleaños feliz. El otro momento es cuando cantan El explicado y, en un punto cerca del final, Rabinovich tiene que gritar “Everybody!” y todos, absolutamente todos los presentes, 150.000 voces, gritan “Everybody!” con él.

Una sola palabra, el remate de un chiste que nació en una habitación donde cinco hombres escribían chistes guitarra en mano. Un remate gritado a pleno pulmón por miles de personas. Algo que no se volvería a repetir, desde que en 2015 falleciera Daniel Rabinovich. La noticia pegó muy duro, pero el grupo lo reemplazó al tiempo. Nada volvió a ser lo mismo, no se volvió a escribir ningún espectáculo nuevo, desde el fallecimiento de Daniel todos son espectáculos reciclados. Más tarde se marchó Carlos Núñez Cortés y luego falleció Marcos Mundstock. Actualmente, hay más integrantes nuevos que originales, y los originales son los más secundarios. Por motivos obvios, Les Luthiers, aunque mantengan ese nombre, ya no es Les Luthiers

A la izquierda, el quinteto original. A la derecha, el sexteto actual.

Tienen 15 espectáculos completos —grabados— desde el 1977 hasta el 2013 y disponibles en YouTube. Tienen 12 CD’s de estudio y seis libros. Sus sketches, sobre todo los de contenido socio-político, son de una actualidad inmarcesible. Y su estilo, inigualable, levanta pasiones y carcajadas allá donde vaya. Así es y ha sido durante muchas décadas. Y al final, la esencia de Les Luthiers podría perfectamente resumirse en la frase de Nietzsche que dice: “Volverse maduro es recobrar la seriedad que uno tenía de niño cuando jugaba”.

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