El circo de la industria de los videojuegos

La industria de los videojuegos ha vivido un auge exponencial en los últimos años. Cada vez más personas se suman a esta actividad, tanto jugadores casuales como gente que dedica gran parte de sus días a jugar. Pero, por desgracia, las grandes desarrolladoras, al darse cuenta de que pueden hacerse de oro gracias a este crecimiento, han convertido esta industria en un circo. Los micropagos y las políticas abusivas de la mayoría de los juegos que salen hoy en día únicamente sirven para fomentar la ludopatía y, además, crear una barrera entre los jugadores que están dispuestos a tirar el dinero y los que no se dejan engañar. Por si fuera poco, estas compañías venden cortinas de humo, y engañan a los consumidores con promesas que nunca llegarán mientras que sus líderes se llenan los bolsillos.

Estos son los motivos por los que actualmente podemos definir como compañías de mierda a todas las desarrolladoras que siguen los estándares descritos, que buscan el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo, y a las que no se les cae la cara de vergüenza a la hora de mentir a sus jugadores. Sin embargo, a pesar de ser compañías de mierda, la mayoría de ellas han tenido buenas épocas en las que lanzaban al mercado títulos de calidad, y en esos juegos se centra este artículo.

Ubisoft y los bugs

Ubisoft, la mayor desarrolladora de videojuegos europea, se ha labrado una reputación bastante mala debido al impresionante número de fallos o bugs que sus juegos pueden llegar a contener. Aparte de eso, ha sacado al mercado un gran número de títulos vacíos, pensando que únicamente por llevar el nombre de una saga de prestigio iban a ser bien recibidos. Encontramos grandes ejemplo de esta práctica en Ghost Recon Breakpoint (2019), Assassins Creed: Syndicate (2015) o The Division 2 (2019), juegos que, aparte de tener cuantiosos errores técnicos, carecen de contenido original, por lo que jugarlos se convierte en una tarea tediosa.

Sin embargo, esta compañía nos ha deleitado con títulos brillantes, como Far Cry 3 (2012), Assassins Creed (2007), y, en especial, Assassins Creed: Origins (2017), que se salva de entre los lanzamientos más recientes. En estos títulos la cantidad de esfuerzo invertido y la originalidad de sus tramas es notable. Por todo ello, estos juegos son altamente recomendables, a pesar de haber sido desarrollados por esta compañía.

Electronic Arts y la avaricia

Electronic Arts es la compañía que más destaca por sus ansias de obtener el máximo beneficio. Lanzan anualmente sus títulos reciclados, como los juegos de las sagas FIFA o Battlefield, que se han explotado a más no poder. EA no solo recicla la mayoría de sus juegos, sino que además añade nuevas formas de micropagos, en las que un jugador tiene que desembolsar grandes cantidades de dinero si quiere desbloquear todo el contenido. Estos pagos muchas veces exceden el precio del juego base.

Con todo, esta compañía ha sacado grandes títulos que supusieron una revolución. Por ejemplo, Battlefield 3 (2011), considerado el mejor de la saga, contó con avances técnicos muy avanzados para la época. Se trata de un excelente shooter en primera persona que, a pesar de su antigüedad, sigue contando con numerosos jugadores en sus servidores. Para encontrar buenos títulos de EA no hace falta irse tan lejos, ya que esta compañía, en el pasado 2019, nos deleitó con un gran título de un solo jugador: Star Wars Jedi: Fallen Order (2019). Este juego ha tenido una increíble acogida por parte de la comunidad, y no es para menos, ya que cuenta con un acabado técnico impecable y una historia bien construida. Es, sin duda, uno de los mejores juegos de la saga Star Wars lanzados al mercado.

Artwork de Star Wars Jedi: Fallen Order. (HIPERTEXTUAL)
Artwork de Star Wars Jedi: Fallen Order. (HIPERTEXTUAL)

Bethesda Game Studios y las mentiras

Si hay una compañía que destaque por haber tenido el mayor descenso de seguidores en los últimos años, esa es Bethesda. No solo lanzaron al mercado el mismo juego, Skyrim (2011), en tres formatos diferentes, sino que además crearon una plataforma de micropagos en la que los jugadores se veían obligados a pagar por modificaciones (mods) creadas por otros jugadores. Pero la gota que colmó el vaso fue Fallout: 76 (2018), un miserable intento de adaptación al multijugador de una de sus sagas más famosas, que fue un completo desastre.

A pesar de ello, hubo un tiempo en el que esta compañía contaba con el cariño de gran parte de la comunidad de jugadores. Fueron unos revolucionarios en el género RPG (Rol Playing Game), y sacaron al mercado grandes títulos como The Elder Scrolls III: Morrowind (2002) y The Elder Scrolls IV: Oblivion (2006). Estos títulos sirvieron de inspiración para gran cantidad de juegos que vinieron después, y cualquier fan de la fantasía medieval debería jugarlos, por muy antiguos que sean.

Fotograma de The Elder Scrolls IV: Oblivion. (VANDAL)
Fotograma de The Elder Scrolls IV: Oblivion. (VANDAL)

A pesar de su condición de compañías de mierda, no podemos negar todo lo bueno que estos estudios han aportado a la industria. Estas grandes desarrolladoras, aunque se han convertido en máquinas de hacer dinero, han formado parte de los cimientos que han permitido el desarrollo y la expansión del mundo de los videojuegos, y deberíamos estar, al menos en parte, agradecidos por todo lo que han creado.

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